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Foto del escritorPepe Sanchez

Carnaval y las geniales anécdotas de Markoté. (Pero cosa rara a él no le gusta beber)

Actualizado: 22 feb 2020




*Sin beber, fue uno de los carnavaleros más insignes que tuvo la ciudad. Esta es una anécdota ocurrida en su época de soltería


“Yo tengo un amigo que se llama Markoté pero cosa rara a él no le gusta beber tiene un bigotico piruetero y socarrón pero –cosa extraña- él nunca lo moja en ron”: Porro de Antonio Saladén, dedicado al inolvidable Maestro



Conocí a Marco T. Barros Ariza (Markoté, como se firmaba siempre) en el año de 1979, cuando entré a trabajar en Diario La Libertad. Para ese entonces, él era corrector de pruebas en el periódico, y al mismo tiempo escribía una columna dedicada a la farándula, el espectáculo y que no descuidaba los deportes. Comenzó contándome una ingenua anécdota de un Carnaval de los años 40: -Calle de las Flores, Callejón de Concordia -calle 39 con carrera 33- había un ebanista que tenía un taller enorme a quien le iba muy bien en su trabajo y ganaba mucho dinero. Por eso, se daba el lujo de invitara sus amigos a beber en la puerta de su taller, durante los 4 días de Carnaval. Era de muy buen humor pero se molestaba muchísimo cuando le recordaban su apodo: El Car'e Gallo. Ya era lunes, pero el sujeto seguía con su parranda. De improviso, pasó por allí un grupo de danzas y sus amigos decidieron llamarlos para amenizar la tarde- dijo -Y me imagino que los jóvenes de las danzas muy contentos. Había trago y al final una buena propina- le comenté, -Sí, los tipos comenzaron con los estribillos de la danza y uno de los amigos del ebanista, les dijo que le hicieran algunos versos al señor dueño del taller. Comenzaron enseguida -No lo pierda, no pierda No lo pierda Ud. de vista El señor que está en la puerta es un cipote ebanista Se los digo, se los digo se los digo sin trabajo que labra bien la madera y hace muebles del carajo -Después de dos horas, los danzantes decidieron irse -sigue señalando Markoté- recibieron un dinerito chévere, se tomaron un par de tragos y arrancaron, pero antes, revelaron -en una estrofa- el verdadero motivo que los había llevado allí, que no era otro que el de "volarle la piedra" al propietario de la ebanistería -Es la lluvia y es la lluvia, Lo malo es que trae los rayos al señor que está en la puerta Le dicen elCar'e Gallo



-Mira, Pepillo, te la cuento pero me prometes no contarla por ahora. en la calle de Jesús, entre Concordia y Buen Retiro -hoy, calle 37 entre carreras 32 y 33- vivía una hermosa viuda a quien yo pretendía. La dama me respondía con cortesía y yo sabía que le caía bien, pero hasta ahí. Nunca me daba el chance- comenzó diciendo -El Martes de Carnaval de ese año, hubo un baile en una casa cercana, al que yo asistí -continúa diciendo- pero mi sorpresa fue enorme cuando a la una de la tarde ví a la viudita de mi mis sueños, en la puerta de la casa donde se celebraba la fiesta. Enseguida salí y la abordé, invitándola a bailar. Ella, desde luego, se negó,, pero... -Siga, siga, don Marco -le apremié- que la vaina está interesante... -Yo tenía puesto el clásico capuchón de monocuco y desde luego, eso ocultaba mi identidad. Ninguno de los vecinos sabía que era ese disfrazado era yo. Le pedí a la dama que dado que no podíamos estar ahí donde todos la conocían, nos fuéramos a otro sitio,,,¡Qué furia la de aquella dama, Pepillo...! Me miró con ojos de odio y me exigió respeto. Me dijo que cómo se me ocurría hacerle esa proposición, cuando yo sabía que todos los vecinos sabían quién era ella... -Una situación difícil y enojosa para la dama, don Marco- Y raro en Ud. que es un hombre tan delicado- le dije.... Soltó una carcajada feroz -¡Jajaja...!,,,Pepillo, acabas de cometer el mismo error que cometió la dama y es el de subestimarme...Ojalá hubieras visto la cara que puso cuando saqué de debajo del mío otro capuchón que le entregué y que le dije que se fuera a unos árboles al Parque Almendra y se lo colocase encima de lo que llevaba puesto....Que así nadie iba a reconocerla... -Don Marco, Ud. es un verdadero perro viejo- le dije... -Jajajajajajaja....Jajajajajaja.....Eso mismo me dijo la dama...Que yo era un verdadero perro viejo. Sonrió de manera cómplice y se fue con el capuchón hacia el parque. Regresó a los tres minutos, me agarró del brazo y caminamos hacia la calle Caldas -hoy 38- a tomar un taxi.... Otra carcajada y me dijo cambiando un poco la estrofa de García Lorca: -Aquella tarde corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar, sin bridas ni sin estribos

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