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Foto del escritorPepe Sanchez

Con el cuento Jaimito Aranjuez, Guillermo Luis Nieto inicia Miércoles de Literatura



Migrantes en Latino América

Por: Guillermo Luis Nieto


Jaimito Aranjuez, lo conocí en la escuela primaria, un niño bien vestido con uniformes planchados con almidón y zapatos negros brillantes. En su lonchera siempre llevaba frutas y postres deliciosos para la merienda. Jaimito preferido por su tía y mucho más por su abuela materna siempre conseguía lo que le provocara. Jaimito Aranjuez, estrenó los mejores zapatos, de moda, el mejor suéter y a medida que crecía las exigencias eran más altas. De jovencito lo vi usar los mejores perfumes asistir a las películas de moda en el cine local ir a piscina a los mejores hoteles, jugar billar y no dejar que nadie gastara un peso. Jaimito Aranjuez pagaba; su abuela le patrocinaba sus deseos. Jaimito Aranjuez a cualquier hora ebrio y de mal genio tocaba la puerta del cuarto de su abuela y conseguía dinero para malgastar. Jaimito Aranjuez el pechichón de la casa sin autoridad paterna actuaba como le provocara, pateaba las puertas estrellaba los platos y cuando le negaban dinero rompía las puertas del escaparate; se hurtaba prendas de valor y el dinero se lo gastaba en drogas. Jaimito Aranjuez probó la droga un mes antes de entrar a la Universidad a pesar de sus exageradas actuaciones en su casa era buen estudiante. Muy inteligente y buen lector. Se, apasionó por la música rock y los Beatles era su grupo preferido. Jaimito Aranjuez consumía en esa época marihuana, y así fue degustando otras drogas. En su casa comenzaron a temerle, exigía más dinero y su rebeldía destrozaba mesas, cocinas, sillas mecedoras, y hasta la cama de la abuela partió una noche que llegó en busca de dinero. Lo convocaron para estudiar. En las pruebas del Estado le fue muy bien con un buen puntaje. No fue a la Universidad ese día estaba, drogado con una pastilla azul y grande que tenía unas letras en sus bordes LCD. En la ciudad se conocía como la jumbo. Jaimito Aranjuez en esa misma, semana con unos amigos ensayando en un grupo de rock los discos de moda de varios grupos norteamericanos y europeos comenzó a consumir cocaína, o perico como se le conocía en la región. Él decía que debía curiosear, la curiosidad se le convirtió en deseo y el deseo lo llevó a la locura. La abuela de Jaimito Aranjuez murió. Con ella también se fue su pensión. Jaimito Aranjuez sufrió mucho su partida. La tía tomó las riendas de las pretensiones de Jaimito Aranjuez, el dinero de su trabajo desaparecía al llegar a, su casa Jaimito Aranjuez sin trabajar disfrutaba de sus quincenas sin mover un dedo para disfrutar de las drogas. Cuando la tía no lograba complacerlo, vendía cosas de valor de su casa poco a poco y sin darse cuenta la tía y Jaimito Aranjuez comenzaron a vivir en una casa amplia donde no había sillas y vajillas finas y muy pocos utensilios de cocina. La casa se veía destruida con el paso del tiempo, así como Jaimito Aranjuez que Lucía flaco ojeroso y hediondo sin bañar. Cuando terminó con las cosas valiosas de la casa la emprendió con la ropa de la tía y la ropa fina que el usaba en sus años de consentido de su abuela. Regresaba a la casa a buscar que robar para drogarse y cada quince días cuando la tía llegaba de cobrar la quincena. El consumo de las diferentes drogas psicoactivas fueron degenerando su estado mental, deambulaba por las calles y avenidas sucio, sin zapato, con los pantalones rotos mostrando sus nalgas curtidas y llenas de granos sin interiores. El cabello de la mugre se le había pegado como en bolas de barro. Perdió la memoria. Muy rara vez artículo palabras y si las decía, eran inconsecuentes e inteligibles hablaba muy bajito. Sus dientes totalmente negros y descuidados por el consumo de la droga. En una ocasión en el paseo Bolívar frente a la estatua, del libertador Simón Bolívar. Jaimito Aranjuez se detuvo, y contempló al Libertador y sacando una voz inusual en él como si fuera un locutor o barítono ante un auditorio dijo: Mi general Simón Bolívar, si usted resucitara, se moriría nuevamente de la tristeza y la, desidia de su pueblo.— Volvió a mirar extasiado el monumento y cambió el tono de la voz por un tono grave y fuerte volvió a hablar dijo: — Mi general Simón Bolívar, si usted resucitara, con tanta corrupción que hay en éste país usted mi general no lo dejarían ser ni policía.– Jaimito Aranjuez, Salió de la plazoleta del monumento riéndose a todo pulmón. La última vez que lo vi deambulaba por las calles del centro de la, ciudad recogiendo cartón , para vender y consumir droga descalzo, lleno de granos y el mugre lo llevaba a él , era ver una masa oscura que caminaba sosteniendo un hombre como si fuera un fantasma. Allí mismo ex compañeros de bachillerato nos reunimos para ayudarlo, pero se resolvió que era inútil, todo lo que se le daba se lo consumía en drogas. Los vendedores estacionados en las aceras del mercado al verlo venir le preguntaban a Jaimito Aranjuez. –Jaimito, ¿porque te volviste loco?– mientras le tiraban cartones al pavimento del sardinel. — por el perico, por el perico– Así recorría la larga cuadra contestando lo mismo. — Jaimito ¿porque te volviste loco? —por el perico, por el perico, por el perico. Nunca escucharon como lo escuché al cruzar la esquina –pregunta pendeja de buscar culpable, no sé, dan cuenta que fui yo el que, se volvió loco por las drogas y sigo loco por ellas– Dijo Jaimito Aranjuez



Guillermo Nieto Molina Octubre, 31 8:39 P.M. Derechos Reservados.

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