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Foto del escritorPepe Sanchez

De las más atroces historias del Catolicismo: El cadáver del Papa Formoso, desenterrado y enjuiciado


El tenebroso Concilio Cadavérico. El cuerpo del Papa Formoso fue desenterrado tras dos años de sepultado y en medio de un hedor espantoso, se le celebró un Juicio en el que fue condenado a "perder la investidura papal y anular todas sus decisiones". todo esto debido a la participación de la Iglesia Católica en la Política



Un hedor terrible emanaba de los restos cadavéricos. A pesar de todo ello, se le llevó ante el Tribunal, revestido de sus ornamentos sagrados, con la mitra papal sobre la cabeza casi esqueletizada donde en las vacías cuencas pululaban los gusanos destructores, los trabajadores de la muerte», aparece descrito el episodio en el Concilio romano del 898*- Así comienza la nota escrita por César Cervera para la sección de Historia, del portal de Sevilla ABC, sobre el escalofriante y macabro caso del Papa Formoso, muerto el 4 de abril de abril de 896 pero cuyo cadáver no hallaría la paz.

El Papa Esteban VI llegó hasta el extremo esta práctica al desenterrar el cadáver del que antes que él ocupó la Silla de San Pedro. Poco pudo hacer el cadáver putrefacto del Papa Formoso –que asistió al proceso judicial ataviado con los honores de cualquier pontífice sin decir una sola palabra, como es costumbre entre los muertos– para evitar que fuera declarado inválido su papado y se anularan todas sus ordenaciones- sigue diciendo la publicación. Pero ¿Qué pudo haber pasado? ¿Qué ocurrió durante el pontificado de Formoso, para que originara algo tan tenebroso y repugnante a la razón, como para desenterrar un cadáver, ataviarlo y "hacerlo asistir a un juicio"? Esto que de verdad repele, que entra en pugna hasta con los más bajos instintos de la humanidad, se debió al espantoso y asqueante matrimonio que ha existido -y que aún hoy subsiste de manera lastimosa- entre la Iglesia Católica y la Política. (Los gobiernos de todo el mundo) Formoso había desarrollado un labor ejemplarizante como evangelizador en la provincia de Porto, parte de lo que hoy es Bulgaria, y esta abnegación había sido destacada y puesta como modelo para los demás, por el Papa Nicolás I. Este Papa, quien fue su biógrafo, señaló que las virtudes de Formoso eran tales y tan grande su "santidad, hombre recto y austero, merecen que merecía ser llevado hasta el máximo Sillón Romano". Tal vez para lo único que no estaba preparado el nuevo Pontífice, era para la dura y problemática relación que la Iglesia mantenía con el Imperio Germánico casi un siglo antes, en 882. Desde esa fecha, hasta la muerte de Formoso, se sucedieron 12 jerarcas del Catolicismo, muchos de quienes se dice, murieron asesinados. Apenas fue elegido, Formoso hubo de enfrentarse a Guido de Spoletto, quien pretendía que el Pontificado, consagrase a su hijo Lamberto como sucesor al trono imperial, por encima. El Papa, asustado frente al poder de los Spoletto, buscó ayuda en el Rey de Francia Oriental, el germano Arnulfo de Carintia, al que había apoyado todavía siendo obispo a costa de ser excomulgado en tiempos del Papa Juan VIII. Así, a la muerte en 894 del temido Emperador Guido de Espoleto, las tropas de Arnolfo atravesaron los Alpes y expulsaron a los Spoleto de Roma -según cuentan Cervera y la National Geographic. Ya creyendo que no existían obstáculos y mucho menos amenazas, Formoso consagró a Arnulfo como emperador y éste, partió en busca Lamberto para hacerle frente y obligarlo a deponer las armas y entregar el Imperio de Occidente. Pero en el camino, fue acometido por un terrible ataque de parálisis, que lo obligó a marchar a Francia, abandonando Italia y dejando al Papa sin apoyo. El depuesto Lamberto y su madre Ageltrude, que era quien más odiaba al Prelado, lo acometieron y según se dice -pese a que no hay una fuente creíble al respecto- lo asesinaron envenenándolo en 896. Aquí comenzó el viacrucis del cadáver, en loque se ha denominado en llamar el Concilio Cadavérico. A Formoso lo sucedió Bonifacio VI, quien gobernó sólo 15 días, y fue elegido Esteban VI, quien ordenó el Juicio de Formoso. El cadáver del Papa fue desenterrado, despojado de su túnica pontificia, amputados los tres dedos de la mano derecha, la que usaba para las bendiciones. El resto de la historia, la describe Félix Casanova, en el portal Historias de Nuestra Historia:

-El sucesor de Bonifacio,Esteban VI quien ordenó el macabro juicio de Formoso, quien fue encontrado culpable en breve. Tras el veredicto de culpabilidad, el tribunal inició la  ejecución de la damnatio memoriae  (condena de la memoria). Todas las medidas, decretos y actos de Formoso fueron considerados inválidos, y como castigo fue despojado de sus túnicas papales. Los tres dedos de su mano derecha que fueron usados para las bendiciones también fueron cortados.

Como acto final de profanación, Esteban VI arrojó el cuerpo de Formoso al río Tíber. Unos días más tarde un monje local lo sacó y escondió el cuerpo cerca. Después, Formoso fue llevado a San Pedro, junto con el resto de los Papas difuntos. Se rumorea que un papa posterior, Sergio III lo hizo exhumar una vez más y decapitarlo, aunque nunca se ha corroborado.

El Sínodo de Cadáver provocó una revolución en el papado, dando paso a uno de los tiempos más turbulentos y corruptos que el Vaticano había visto, y que duró casi 100 años. En cuanto a Esteban VI, fue encarcelado después de la gran indignación pública ante el mórbido espectáculo, y fue en prisión donde fue estrangulado hasta la muerte el mismo año del infame sínodo

Bueno, una historia poco edificante, que cuente los peligros a que se somete una tendencia religiosa, en este caso la Iglesia Católica, interviniendo en temas políticos. Sin embargo, a pesar de estas espantosas consecuencias, el error de sigue cometiendo.

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