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Foto del escritorPepe Sanchez

El escritor Roberto Blanco Moheno, cuenta un triste episodio ocurrido tras la Revolución Mexicana

*El gobierno de Lázaro Cárdenas repartió tierra y dinero entre los campesinos; el dinero terminó en borracheras y las tierras, otra vez en poder de los terratenientes


En su novela Cuando Cárdenas Nos Dio La Tierra, el escritor y periodista mexicano Roberto Blanco Moheno, nos describe de de una manera amarga y muy dolida, el terrible fracaso de las ilusiones de un país con igualdad social, que se forjaron muchos de los protagonistas de la Revolución Mexicana.


Durante este evento, considerado "el mayor retroceso demográfico en el continente americano en el siglo XX",hubo alrededor de dos millones de muertos y según el escritor y periodista citado, una frustración social. Dos millones de muertos, sí, pero


El protagonista de la novela, ingeniero Efrén Domínguez, es un delegado del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, con instrucciones claras del Gobierno para hacer un reparto de tierras. Nadie podía poseer más de cien hectáreas; quien superase esa cantidad, debería hacer entrega del sobrante al Estado, para que fuera distribuida de manera igual entre quienes la trabajaban.


-Yo amigo, soy Ingeniero Agrónomo de profesión y vengo a repartir la tierra de los ricos entre los pobres. Yo tengo necesidad de convocar a todos los hombres de la región y explicarles de lo que se trata...¡Y el latifundio se ha acabado, señor..! El presidente de la República, señor Lázaro Cárdenas...Ya sabe Ud....¿No? Nadie puede tener más de cien hectáreas. Yo vengo a fraccionar, a entregar a los hombres lo que es suyo. La tierra, ya usted sabe...¡Es del que la trabaja...!- dice este ingeniero Domínguez al maestro del pueblo.

Desde luego, no fueron pocas las dificultades a las que tuvo que sobreponerse este delegado nacional. Los terratenientes, entre ellos un español llamado Valentín Casares y el presidente municipal, Cosme Aguilar se opusieron originando situaciones de violencia yvarias muertes, lo que ocasionó una pequeña guerra en el poblado, pues los campesinos defendieron lo que llamaron "sus derechos".


Al final las fuerzas del gobierno se impusieron, y lograron la equitativa y saludable repartición de tierras que había decretado el presidente Cárdenas.

Pero había serias prevenciones, pues los campesinos, no tenían el dinero suficiente para poder trabajar las tierras. Todos vivían de los préstamos que hacían los dueños de la gran hacienda y ahora, ya no recibirían esas "limosnas que serán retiradas", según le dice al ingeniero Domínguez, Cándido Canales del Pital, otro de los personajes de la novela.

-Todo está muy bien y harto se agradece, pero se me hace que no han hecho cuentas, señor ingeniero. Desde ahora mismo, no quitan el préstamo hasta de la comida. ¿Cómo vamos a aguantar suponiendo que todo salga de bien a bien hasta que se coseche y se venda?- preguntó.


Desde luego, aquello fue un golpe duro para los asistentes. Mi gozo en un pozo- como en el refranero español, pero Domínguez tenía la última palabra.


-En unos días, quizá mañana, llega el delegado del gobierno que va a dar dinero a cada nuevo propietario. El dinero necesario para que ustedes vivan mientras la tierra produce. El dinero necesario para sembrar. Bueno, me adelantaré para decirles algunas cosas. Van a venir cinco tractores para que ustedes aprendan a manejarlos, para que se den cuenta de las ventajas que tiene la agricultura moderna- dijo.

Un verdadero don del cielo. Gracias a la Revolución y al gobierno de Lázaro Cárdenas, los campesinos se libraban de la usura y malos tratos de los grandes de los hacendados. Ahora trabajarían su propia tierra, con tecnología ultramoderna y sin tener que pagar asfixiantes préstamos de dinero, concedido a cambio de interesas impagables, que los convertían casi en esclavos. Pero....

Continúa la narración de Blanco Moheno en su novela. -Sucedieron cosas feas.Y unos se casaron, con bochinche y música. Y otros jugaron a los albures el dinero y hasta la flaca yunta de bueyes. Y otros pescaron borracheras espantosas...Efrén casi lloraba al día siguiente, y se arrancaba los pelos con una desesperación sorda, impotente. Y siguió lamentándose:

-Se les dio el dinero, se les dio la tierra, se les dieron garantías. ¡Corrió sangre para que ustedes pudieran ser gente libre,. dichosos...! ¿Y qué ha pasado? Que don Valentín y el bandido de don Cosme tienen razón: ¡Que son ustedes una bola de esclavos, que temen, que odian la libertad! ¡Qué Cárdenas es un loco...Sí, un loco...!

Triste final para una lucha sangrienta, que dejó más de dos millones de muertos

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