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Foto del escritorPepe Sanchez

El Golpe de Estado de Rojas Pinilla el 13 de junio de 1953, que evitó una inminente guerra civil

Actualizado: 13 jun 2020

El período de ‘La Violencia’ marcó la historia de Colombia y fue uno de los episodios más conflictivos, en el que comenzó una sangrienta lucha bipartidista que dejó cerca de 200 mil muertos, indicó la Radio Nacional sobre el tema


¡…Llegaremos hasta la acción intrépida y el atentado personal… y haremos invivible la República!- había dicho Laureano Gómez y lo logró

Como dijo Bolívar en el siglo XIX, Colombia es “un país con una población la mitad esclava y la otra mitad, salvaje; enemigos entre sí” y ese concepto no ha sido revaluado. Así era en 1825, así fue en 1900, ahora y en 1953. Si en ese ya lejano,1953, no aparece el salvador Golpe de Estado del General Gustavo Rojas Pinilla, lo más probable es que se hubiese repetido una de las tantas espantosas y horripilantes guerras civiles, que desde su nacimiento  ha vivido este país. La nación era un campo  generalizado de masacres. La Radio Nacional cuenta que esta matanza entre colombianos -que ya venía de manera silenciosa- hace eclosión en 1948, tras la muerte del caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán.


Hubo asesinatos selectivos de militantes de ese partido y entonces, algunos campesinos decidieron armarse.


-Tras los asesinatos, algunos campesinos huyeron al monte para salvar a sus familias y allí crearon núcleos de autodefensa que serían con el tiempo la razón del nacimiento de las guerrillas liberales del sur del Tolima, las cuales fueron integradas por grupos familiares como los Cantillo, Vargas, Borja y Loaiza, entre otros- señala la radio.


Pero ya antes, se había integrado un grupo llamado Los Chulavitas, considerados como un ejército privado del presidente Laureano Gómez, responsable de no menos de 200 mil asesinatos , 27/09/2016 - 14:52

Respaldados por caciques políticos y terratenientes, estos Chulavitas -o Pájaros como también se les conoció- se dedicaron a perseguir liberales y a sembrar el terror en campos y ciudades; nadie estaba seguro en ningún lugar.


Sin necesidad de Toque de Queda, pocos se atrevían a andar en las calles por las noches. Mientras tanto, desde los púlpitos, los sacerdotes intervenían de manera franca y abierta en la política.


El periodista e historiador, Miguel Zapara Restrepo cuenta que el obispo Miguel Ángel Builes, quien recibió la Diócesis de Santa Rosas de Osos en 1924, en los años 40 y 50, incentivaba la lucha partidista con homilías como esta contra el liberalismo:


-Que el liberalismo ya no es pecado, se viene diciendo últimamente con grande insistencia; que los prelados no solo callan sino que han prohibido hablar del liberalismo; que se levantó la censura de algunos periódicos liberales; que el Papa dirigió una carta laudatoria al Excelentísimo Señor Presidente, y que por lo tanto ser liberal ya no es malo: en una palabra que se pueden seguir tranquilamente sin gravamen y conciencia las doctrinas del liberalismo y que se puede votar sin pecado por candidatos liberales, sin que eso sea obstáculo para recibir la absolución y participar de todos los bienes y derechos de la Iglesia. Nada más erróneo, pues lo que es esencialmente malo jamás dejará de serlo, y el liberalismo es esencialmente malo- dijo.


Esta clara participación del clero en política, como se nota en este sermón del prelado, era estimulada desde la presidencia de la República.

Laureano Gómez había manifestado “hacer invivible la República” y a fe que lo cumplió. Antes y después del 9 de abril, los asesinatos de liberales eran parte del orden del día; el incendio de los periódicos de simpatizantes de esas colectividad y el desplazamiento de campesinos, alcanzó cifras espantosas: Monseñor Emilio de Brigard -unos días antes del Golpe de Estado- se pronunció sobre el tema, según se cuenta en la sección de revistas del Banco de la República, Biblioteca Luis Ángel Arango.


-Hay más de 50.000 refugiados, niños, mujeres y ancianos, víctimas de la violencia en el territorio nacional- indicaba el prelado.


El Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, se había mostrado preocupado por la horrorosa situación de hambre y muerte que se vivía en el país, hizo algunas afirmaciones que se interpretaron como acusaciones contra el presidente Gómez quien a la sazón estaba en receso a causa de una enfermedad.


Al enterarse de lo que se decía en los círculos castrenses, Gómez le ordenó al mandatario encargado, Roberto Urdaneta, que,llamara a “calificar servicios” -algo así como destituir- al General Rojas.


Este último se negó y el General, el militar con mayor prestancia y prestigio en el país, el único capaz de aglutinar en torno a sí a las Fuerzas Armadas, decidió asumir el mando en el país, después de muchos diálogos con el presidente encargado. Ese 13 de junio de 1953, lo mismo que el 14, el optimismo renació en casi todos los estamentos de la nación, quienes se lanzaron a las calles para testimoniar su adhesión al nuevo régimen.

– ‘Hay que gobernar con la opinión pública, porque la opinión pública y su respaldo es lo que salva al país’”- dijo el nuevo gobernante.


La oligarquía colombiana no se lo permitió- dicen hoy muchos de sus partidarios

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