*A sangre y fuego, el batallón Rifles, al mando de Sucre y siguiendo órdenes de Bolívar, se tomó la ciudad que era el último bastión realista en tierras colombianas
¿Excesos de crueldad por parte de Sucre o consecuencias de un acto de guerra?
La historia del Bicentenario de la Independencia está plagada de de episodios sangrientos, dolorosos. como lo ocurrido en 1822 cuando Bolívar debió ordenar al Mariscal Antonio José de Sucre al frente de 3000 hombres del Batallón Rifles, tomar a Pasto a sangre y fuego, considerado el último centro de la resistencia española.
Este hecho, conocido en la región como la Navidad Negra sucedió entre el 23 y el 25 de diciembre- y dejó en la población alrededor de 400 muertos, en los que dicen algunos historiadores que cayeron no combatientes, ancianos, mujeres y niños asesinados vilmente y la ciudad entregada al saqueo, violaciones y destrucción por parte de las tropas patriotas.
Esto es lo que algunos tratadistas sostienen sobre los terribles sucesos:
El cuatro veces presidente Tomás Cipriano de Mosquera dijo:: El encono del batallón Rifles por el rechazo que sufrió en Taindala en el mes anterior, le hizo ser cruel y no dio cuartel, de lo que provino que murieran más de cuatrocientos hombres, mientras que los cuerpos del gobierno nacional solamente tuvieron seis muertos y cuarenta heridos. El general Sucre tuvo que restablecer la disciplina y sujetar al Rifles, poniéndose a la cabeza del batallón Bogotá. Este castigo cruel que sufrieron los pastusos produjo que la guerra durara dos años más.
El escritor y periodista José Manuel Groot señala: Las tropas irritadas con la obstinada guerra que les hacían los pastusos, saquearon la ciudad y el general Sucre hubo de permitírselo. Allí no hallaron casi gente, todos los hombres habían huido, no habían sino las monjas y algunas mujeres refugiadas en el convento.
El sacerdote Arístides Gutiérrez afirmó, El padre Francisco Villota pasó por la terrible prueba de ver su tierra natal convertida en un lago de sangre, pillaje y degüello por tres días, el 24, 25 y 26 de diciembre de 1822, en los cuales el batallón Rifles cometió atrocidades inauditas de barbarie y salvajismo.
Pero...¿Qué pasó? ¿Por qué se presentó tan desigual y espantoso enfrentamiento? Los problemas comenzaron en 1809 y así lo revela la Revista Credencial en la Historia:
En la región andina, cuya población indígena era mucho más numerosa, la mayoría de los pueblos de indios se declararon adictos a la causa del rey. Particularmente fieles a la monarquía se manifestaron la mayoría de los pueblos indios de las extensas provincias de Tunja y Cundinamarca. Incluso en Antioquia, varias comunidades expresaron su disposición a servir al rey con abastos, animales y hombres. Pero sin duda fue Pasto el distrito colonial más fiel a la monarquía. Desde 1809 y hasta 1823 los pastusos, con el apoyo entusiasta de los 21 pueblos de indios que moraban alrededor de la ciudad, constituyeron el bastión realista más obstinado. En los primeros años de la lucha emancipadora, y en defensa del rey, se enfrentaron primero a los quiteños, luego a los caleños y poco después al ejército santafereño comandado por Antonio Nariño. Años más tarde lo harían con Simón Bolívar, durante la célebre Campaña del Sur. Y dando muestras de una lealtad y una capacidad de combate y resistencia a toda prueba, aun después de la caída de Guayaquil y Quito en manos de los ejércitos republicanos, en 1823 los pastusos, comandados por Agustín Agualongo, tuvieron los arrestos suficientes para encarar a Bolívar en Ibarra, y al coronel Tomás Cipriano de Mosquera en Barbacoas. Es decir, que cuando ya todo en Nuevo Reino de Granada y la Presidencia de Quito estaban en manos de los patriotas, en Pasto seguía tremolando la bandera española y el rey Fernando seguía siendo proclamado como “El Deseado”.
Esto que señala la revista es corroborado por la escritora Lydia Inés Muñoz Cordero, presidenta de la Academia Nariñense de Historia, quien señala que en San Juan de Pasto vivían satisfechos con el gobierno del rey y no existía la posibilidad de traicionar al rey, ya que Pasto había empeñado su palabra y le habían jurado fidelidad.
De esta opinión participa tambien el historiador Felipe Arias Escobar, quien dice que ellos se sentían más seguros con la corona: ´La movilidad social que daba la guerra, o la amenaza que significaba ese ascenso, fue un factor decisivo para volverse realista o patriota. La mitad de la provincia de Pasto eran indígenas, quienes veían amenazados sus intereses por el ascenso criollo y el fin de la autoridad del Rey y sus leyes, quienes protegían al indio de los abusos de los terratenientes españoles y criollos, tal como se verificó después."
Aparte de eso,en 1814 los pastusos habían renunciado a unirse al resto del país en la lucha contra los españoles. Así lo revela este mensaje que dirigió elñ cabildo de Pasto a Antonio Nariño: “Nosotros hemos vivido satisfechos y contentos con nuestras leyes, gobiernos, usos y costumbres. De fuera nos han venido las perturbaciones y los días de tribulación.. "
Para los planes independentistas de Bolivar esta obstinación de los pastusos, era un escollo enorme, pues entre sus metas estaba la liberación de Ecuador y Perú:
-Pasto es la puerta del sur, y si no la tenemos expedita, estamos siempre cortados; por consiguiente, es necesidad que no haya un solo enemigo nuestro en esa garganta- dijo en mensajes a Santander y Sucre- indicó
Bolívar había intentando dominar la región mucho antes, pero todo fue infructuoso, Los indígenas conocían el territorio y aprovechaban muy bien esa ventaja. Entorpecían el paso del ejército patriota y lo derrotaban a cada paso.
Desesperado, Bolívar le escribió a Santander en julio de 1822,
Desde la conquista acá, ningún pueblo se ha mostrado más tenaz que ese. Acuérdese usted de lo que dije sobre la capitulación de Pasto, porque desde entonces conocí la importancia de ganar esos malvados. Ya acá visto que no se pueden ganar, por lo mismo es preciso destruirlos hasta en sus elementos- señala en la misiva
Al final, tras el espantoso desenlace de la Navidad Negra, la muerte de 400 pastusos y de los excesos -que según los historiadores fueron ordenados por el Mariscal Sucre- Bolívar decía lo siguiente>:
“Logramos, en fin, destruir a los pastusos. No sé si me equivoco como me he equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que por ahora no levantarán más su cabeza los muertos”, le dijo Simón Bolívar al general Francisco de Paula Santander en una carta enviada desde Quito el 21 de julio de 1823
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