Por: Guillermo Nieto Molina
Inocencio Aguilar se casó por ceremonia católica con Everlides Santa Cruz. Ella aprendió a conocerlo durante más de cuarenta años de casados.
Desde muy joven Inocencio Aguilar demostró su casta de mujeriego empedernido, muchas veces por placer más que por amor. Everlides Santa Cruz soportó con espíritu de mártir todas las vagabunderías de su esposo. Siempre con la esperanza de educar a sus dos hijos hasta que lo logró. Ahora con cuarenta y tres años de casados ,cuando la menopausia la visitó sus, deseos libidinosos desaparecieron, razón por la cuál sacó a Inocencio Aguilar de su cama matrimonial y lo acomodo a dormir en una camita de un metro de ancho por dos de largo. Al ser re- ubicado Inocencio Aguilar se prometió así mismo volver a sus andanzas de juventud.
Everlides Santa Cruz le analizaba cada movimiento y sin decirle y reclamarle, dejó que Inocencio continuará con su plan.
Despertaba temprano salía a, caminar rutinas de ejercicio abandonó ” las cuatro p”, de un momento a otro ;se pintó las canas de su cabello y empezó a utilizar ropa nueva y de modas juveniles.
Everlides lo seguía por toda la casa como una sombra, si dejaba las gafas, encima de la nevera en cuestión de segundos las gafas no estaban, si colocaba el desodorante en el tocador o la loción de olor a bebe, a un descuido Everlides se la cambiaba de lugar lo desesperaba, tanto que para tomarse sus pastillas era mejor que ella se las suministrara que él buscarlas por sus propios medios si salía; al regreso lo olfateaba de pies a cabeza acertadamente le decía
— jugaste dominó, te tomástes tres cervezas y piropeaste a la piojosa de la esquina, tu no cambias ,llegaste a viejo y crees que eres el mismo de antes.–
Inocencio no le prestaba atención sin mirarla le contestaba
— tú no tienes con que reclamar, yo estoy viudo de tus partes íntimas así que pa que reclamas? si no tienes con que responder? Además la pensión es mía y tú no aguantas hambre.
Después de la menopausia Inocencio buscó a, su mujer con deseos de cupular y no fue capaz de convencerla ella le daba la espalda abrazaba una almohada entre las piernas y otra almohada entre sus brazos y lo sometía con una voz militar seca y segura
–déjame quieta–
Desde la cama de Inocencio se le podía ver en noches de luna clara mirar a su esposa como un mueble viejo del cual se desea deshacer pero por el sentimiento que yace archivado en los recuerdos se hace imposible.
El barrio de Inocencio y Everlides se vio distinto cualquier mañana; en los predios del parque, carpas con personas de otro país improvisados cambuches y cabañas sin las mas mínima seguridad. Se notaba el asinamiento.
Fue en el parque donde conoció a Marcela Urieles, una agraciada joven piel canela ojos color miel y de un derriere impresionante.
Desde el día que la vio venir con un termo refractario ofreciendo café Inocencio Aguilar se sonrió y pensó
” ella va a, ser el reemplazo de Everlides”
Abordó a la hermosa expendedora de café y le dijo:
— que hace un ángel vendiendo tinto?
— coño mi pana en mi país hay mucha hambre tocó agarrar pa Colombia! –contestó Marcela.
–conmigo nunca vas a pasar hambre reina linda, cuanto vale ese termo con café y todo? Contestó y preguntó Inocencio Aguilar.
— son treinta mil bolos, no, no treinta mil reales colombianos– dijo Marcela
— toma -dijo Inocencio- – sacándose del bolsillo izquierdo de la sudadera verde, un billete de cincuenta mil. Vete a tu casa una reina no puede andar sin su rey por estas calles.–
Ocho días seguidos sucedió la misma negociación del termo ya Marcela trataba con mucha confianza a Inocencio como si lo conociera de hace mucho tiempo.
En el noveno día Inocencio se le acercó mirándola a los ojos miel le dio los cincuenta mil pesos
— te vas a conformar con cincuenta mil diarios puedes venir por más si sales conmigo a un sitio especial para los dos. Será inolvidable, te lo aseguro!
— el domingo por la tarde podemos salir? Coñoo si tu mujer no me mata! Dijo Marcela Urieles.
–listo Reina! Aquí en esta esquina que nos conocimos, nos encontramos! Ya vas, a ver lo que es vivir el verdadero sexo.
De regreso a casa Inocencio Aguilar llegó a la botica donde se conseguía medicina de productos químicos y medicina de productos naturales.
Compró dos pastillas de salvaje, superiores al viagra, de un poder intenso para revivir un músculo muerto y casi obsoleto. La pastilla salvaje eran prácticas y pasaban desapercibidas por ser muy similares a las de vitamina B12 que tomaba al desayuno todos los días.
Al llegar a casa Everlides Santa Cruz lo recibió con un café sabor a vainilla y confirmó al mirarlo fijamente a los ojos que Inocencio le ocultaba algo.
Después que Inocencio terminó el café sabor a vainilla, Everlides fue por el pocillo, y le pellizcó las costillas , Inocencio brincó
Everlides sonriendo dijo:
— a vaina el vejestorio tiene bríos !–
Inocencio pensó ” si supieras pa donde va el vejestorio y con quién se te acabaría esa sonrisa”
“Mañana me río yo”
Pensó Everlides.
Inocencio durmió feliz soñó con su cita, por fin saldría del desierto de abstinencia y disfrutaría de una mujer joven de cuerpo escultural y de ojos preciosos.
Everlides Santa Cruz madrugó, le preparó un buen desayuno.
Inocencio despertó cantando una canción de moda y se demoró en la, ducha repitiendo el estribillo de la canción ” mía, mía , serás mía , mía, sí mía ” arropado en la toalla pasó por la biblioteca, y divisó desde lejos las pastillas de salvaje en la bolsita plástica blanca.
Las dos perlas se veían salvajes como su nombre.
Se cambio rápidamente a un descuido de Everlides en el bolsillo izquierdo de la camisa depositó la bolsita con las dos perlas de salvaje.
Everlides se le acercó y le dijo en forma inocente y cariñosa :
— chente, y esas pastillas,?
A donde las llevas?
— son de vitaminas B12 para uno de los esquineros donde jugamos dominó. — contestó Inocencio.
Marcela Urieles llegó puntual despampanante hermosa, súper atractiva.
Inocencio Aguilar estuvo a punto de derretirse ante el fogaje de tan preciosa belleza. Sin darse la mano y sin saludarse de besitos abordaron un taxi.
— primo por favor a un motel– dijo Inocencio al taxista. Sacándose algo del bolsillo izquierdo de su camisa y tomando un sorbo de agua que llevaba en una botella de su mano derecha. En el bolsillo del asiento del taxi deposito el envase de la botella del agua y una bolsita blanca. Marcela no se percató venía mirando por el lado de su ventanilla como caminaban personas de su país vendiendo café, deditos de harina de trigo etc..
El taxista lo miró por el espejo retrovisor y pensó ” vea usted lo que hace la platica de la pensión, tremenda hembra lleva este viejito ¿será que aguanta ese voltaje?
Marcela Urieles se acostó en la cama del motel y prendió el aire acondicionado desde la cama con el control remoto le dijo a Inocencio
–pásame el control del tv — Inocencio se lo acercó y le estampó un beso sonoro en sus labios carmesí.
Marcela, no tuvo tiempo de resistirse Inocencio le besó el cuello y desabrochó, la camisa a cuadros y el jeans que la hacían lucir como una vaquera, una vez suelta la blusa sus senos apretados a un brasiere se querían desbordar de su pecho , Inocencio ágilmente como todo un experto desenganchó los dientes del brasiere quedaron los senos a la intemperie del frío producido por el aire acondicionado levantando sus picos erectos como volcán en erupción.
Halo el jeans de Marcela con ternura y Temple y la extranjera quedó en una tanga hilo dental, trasparente mostrando su monte de Venus sin vegetación totalmente rasurado.
Inocencio se soltó el pantalón sacándolo de sus piernas incluido el interior estilo yockie que le había regalado su hijo mayor el día de sus cumpleaños. Rápidamente se quitó la camisa y quedó desnudo.
Allí afloró su vergüenza, su pena, su momento triste, el instante que se volvió eterno, su cataclismo, su miembro viril, que a tantas jornadas de guerras pasionales lo había acompañado no respondió . álgido y flácido no despertó ni envenenado por las dos pastillas que se tomó al abordar el taxi.
–Mi cielo que hacemos? Tú me decías que eras un riel, yo pensaba de pana que eras tiezo pero veo de verdad que eres un riel pero de lo frioo! Expreso Marcela de mal genio.
Inocencio llamó a recepción pago la cuenta y se marcharon Marcela con una sonrisa en su rostro y doscientos mil pesos regalados, Inocencio con el rostro fruncido y de mal humor.
Al llegar a su casa cabizbajo su esposa lo divisó desde la cocina y lo abordó sin decirle buenas tardes
— aja vagabundo, te falló el plan?
Levantando su mano derecha con una bolsita blanca mientras lo señalaba con la mano izquierda agregó
–Aquí están las pastillas que te tomarías para tu faena tu crees que yo no me doy cuenta de todo lo que tu haces, viejo pendejo, acepta que estas viejo, estos últimos días millón cien has regalado y tienes nueve termos de café en la esquina donde juegas dominó guardados . Acepta que estas viejo no seas paganini.
Aquí están tus “tres p” así es la única forma que puedes vivir sin ser engañado. quédate con los recuerdos —
Acercándose a Inocencio le dio un paquete oloroso a jabón y a papel.
Inocencio lo abrió ya lo conocía
Sus pantuflas, pantaloneta y periódico.
Everlides volvió a gritar desde la cocina
— creo que son “cuatro p” pantuflas, pantaloneta, periódico y los peos que te salen sentado en tu mecedora viejo verde!
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