Vino buscando paz y salud y las encontró en Usiacurí donde trambién halló el amor. Tal vez por su filiación politica y por ser "sacrílego, apóstata y demoníaco", en el interior del país se le considera "un poeta menor", sin importar su vasta aceptación internacional
Todo nos llega tarde, hasta la muerte. Nunca se satisface ni se alcanza la dulce posesión de una esperanza cuando el deseo acósanos más fuerte.
Julio Flórez Roa
(Chiquinquirá, Boyacá, Colombia, 22 de mayo de 1867 - Usiacurí, Atlántico, 7 de febrero de 1923) fue un poetacolombiano.[1]
Quizá aquel 14 de enero de 1923 cuando recibió en su lecho de muerte un tardío homenaje, el poeta Julio Flórez, bardo nacido el 22 de mayo de 1863 y muerto en Usiacurí el 7 de febrero de 1923, recordase esa composición suya que ha sobrevivido al mortal castigo del olvido -del que habló Dante Alighieri en su Divina Comedia- y al implacable paso de los años. Muchos lo recuerdan por su tanatofilia -El Poeta de la Muerte lo denominaron algunos- dejando a un lado el hecho de que fue un liberal radical y que llegó a ser el bardo de los soldados, cuando hizo resonar su pluma en los campos de batalla. Era la época en la que el general Rafael Uribe Uribe trataba de manera infructuosa de restablecer el Liberalismo en el poder. Ya antes, Flórez había fundado la Gruta Simbólica que llegó a tener 70 miembros y cuya base no era el simbolismo como tal, como corriente poética, sino más bien como un estudio del mismo; sus integrantes, bohemios clásicos, impregnaban sus obras con la muerte, el desencanto y la tristeza y de allí parten algunas de las más relievantes obras de la lírica colombiana. Considerado blasfemo, impío, sacrílego, apóstata y demoníaco, Flores debió afrontar todo tipo de persecuciones -en especial religiosas- y por todo ello, el entonces presidente de Colombia, General Rafael Reyes, lo invitó “de la manera más cordial y sugerente” a abandonar el país. Partió hacia Europa, pero en España y mucho menos en Francia -a pesar de que presentó parte de su obra en la embajada- su talento no tuvo la trascendencia esperada y no quedan rastros de su paso por allí. Una vez olvidadas -o al menos guardadas- aquellas sindicaciones que lo hicieran abandonar el país, empezó a tramitar su regreso, siendo secretario de la Legación de Colombia en Madrid y en 1909, tras la publicación de Gotas de Ajenjo, retornó, siendo recibido en las playas de Puerto Colombia. Pocos días después, ofreció un recital en Barranquilla y por sugerencia del médico local, Julio Vengoechea, se instaló en Usiacurí. Gracias a las aguas termales, con altos contenidos de Azufre y Hierro, logró aliviar la dolencia de carácter nervioso que lo acompañaba desde hacía algún tiempo. Eros -y no Tanatos como quizá había pensado el galeno- lo recibió en el paradisíaco y tranquilo pueblecito, un hermoso rincón de paz y lo ató de tal manera, que ya jamás abandonaría al mágico Usiacurí.
14 años tenía la colegiala Petrona Moreno, quien se convirtió en su refugio postrero, con quien vivió una vida hogareña, sedentaria y dedicada por completo a las labores campesinas:prácticas de agricultura y ganadería.
De esa unión nacieron cinco hijos, Cielo, León, Julio, Divina, Lira y Hugo y dos de ellos, Divina, educadora y Hugo, médiico, alcanzaron gran notoriedad en el Atlántico: Divina, rectora del Colegio Barranquilla para Señoritas y Hugo, gerente de la Caja de Previsión Social Departamental.
Gran parte de la obra del poeta, fue recreada por la música. Esta lista la tomamos de una nota del escritor Julián Chica Cardona :
:Cuando lejos muy lejos, de Víctor Mallarino o el pasillo Mis flores negras, de Alvarado y Safardy (1916), Carlos Gardel (1922), o Libertad Lamarque se suman a las letras musicalizadas de ¿En qué piensas?, de Adelaida Espinoza; El diagnóstico, de Manuel Bernal; Arrullo, vals, Ocaso y Sombras, vals, de Pedro Pascacio de Jesús Morales Pino; el bambuco Al río o (En el río), y los pasillos Arráncame los ojos, Gota de ajenjo, Invierno y Tanto me odias, de Pelón Santamarta.”
El cantante cubano Gilberto Urquiza, gran figura en México, grabó Bodas Negras, un éxito monumental en la radio de ese país y de todo el Caribe:
Oye la historia que contome un dia el viejo enterrador de la comarca Era un amante que por suerte impía Su dulce bien le arrebato la Parca
Todas las noches iba al cementerio A visitar la tumba de su hermosa La gente murmuraba con misterio Es un muerto escapado de la fosa.
En una horrenda noche hizo pedazos El mármol de la tumba abandonada Cavo la tierra y se llevo en sus brazos
Al rígido esqueleto de la amada.
Y allá en la oscuridad más que sombría De un cirio fúnebre a la llama incierta Sentó a su lado la osamenta fría
Y celebró sus bodas con la muerta.
Ató con cintas los desnudos huesos El yerto cráneo corono de flores La horrible boca le lleno de besos
Y le contó sonriendo sus amores.
Llevo la novia al tálamo mullido
Y se acostó junto a ella enamorado
Y para siempre se quedo dormido
Al rígido esqueleto abrazado
Tal vez por su filiación política contraria a los intereses religiosos y políticos de la época, o por haber abandonado Bogotá para venir a vivir en el humilde pueblo atlanticense llamado Usiacurí, el el interior del país se le considera como "un poeta menor"
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