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  • Foto del escritorPepe Sanchez

La Matanza en Las Bananeras (III) ¡Fuego y Bayonetas!, orden del Jefe Militar contra obreros

Más de 1500 civiles fueron fusilados por el ejército colombiano, para proteger los intereses de la United Fruit Company; Debate adelantado por los Representantes a la Cámara, Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay

Este es el horroroso relato que hizo el parlamentario Jorge Eliécer Gaitánn de los espantosos sucesos que ocurrieron aquella madrugada infernal:

“¿Qué se hizo pues aquella noche? El señor Cortés Vargas, con los agentes de la United, sus amigos, se encerró en el cuartel a emborracharse. El doctor Turbay sabe que un miembro del ejército, que estaba aquella noche en el cuartel, ante él, ante un distinguido diplomático y ante mí confesó incidentalmente que Cortés Vargas se había presentado borracho y les había dicho que las ametralladoras las manejarían los oficiales y que sí los soldados no disparaban los matarían. Pero hay aquí un hecho importantísimo que demuestra la premeditación cobarde de este asesinato. El señor Cortés dice en su informe que el telegrama sobre turbación del orden público llegó a las 11 y media de la noche. Eso es falso y aquí está la prueba oficial de la oficina telegráfica de Ciénaga, en donde consta que el telegrama llegó a las 8 de la noche. Luego este hombre, borracho en el cuartel, estuvo esperando en el cuartel hasta la una y media de la madrugada del día seis a que los obreros estuvieran dormidos. Entonces este individuo atraviesa la mitad de la ciudad. Va desde los cuarteles hasta la estación. Es pues mentiroso que hubiera ningún peligro para el cuartel como en un principio quiso decirlo. Aquí está el plano de Ciénaga que demuestra la distancia que hay de la estación al cuartel. Llega allí, encuentra dormida a aquella multitud, absolutamente pacífica, que a la lectura del decreto sólo obtuvo un grito de ¡Viva Colombia! ¡Viva el Ejército! Están aquí los mismos telegramas de Cortés Vargas que prueban que la multitud no tuvo ninguna agresión sino que permaneció impasible. Cortés Vargas ha dicho que la multitud no creía que el ejército disparara. Y es la verdad. No creía porque este hombre felón, en el día anterior, conforme a esta prueba que tengo aquí, había jurado a los obreros en nombre de la patria que mientras estuviera allí no se dispararía sobre la multitud. Pero llega en aquella noche con el ejército; ante una multitud dormida lee el célebre decreto. Los pocos que están despiertos, lanzan su grito de Viva Colombia, y este hombre inmisericorde y cruel, para aquel grito tiene una contestación: ¡Fuego! Empiezan a disparar las ametralladoras, después los fusiles, cinco minutos, la tragedia está consumada. Muchas vidas. Cientos de vidas caen bajo la metralla asesina. La orden la había dado un hombre ebrio. Pero no basta eso. No se conforma con haber asesinado inocentes. Ordena la persecución bayoneta calada sobre la multitud vencida, sobre los seres que en el suelo lanzan los ayes y allí vienen cuadros de horror increíbles. Los heridos son rematados con la bayoneta. Ni el llanto, ni la imploración, ni el correr de la sangre conmueven a estas hienas humanas. Bayoneta para los moribundos: Despiadado horror. No sé por qué la Divina Providencia no abrió la tierra bajo las plantas de estos monstruos para tragárselos vivos. Los muertos son luego transportados en camiones para arrojarlos al mar y otros son enterrados en fosas previamente abiertas. Pero .digo mal, se entierra no sólo a los muertos, se entierra también a los vivos que estaban heridos. No basta su imploración para que no se les entierre vivos. Estos monstruos ebrios de sangre, estos fugados de la selva no tienen compasión; para ellos la humanidad no existe. Existe sólo la necesidad de complacer el oro americano. Aquí la tragedia, provocada por la United, con la complicidad de militares inescrupulosos y de un gobierno incapaz de comprender las nociones del deber.”

Mañana: Embajador norteamericano afirma que hubo “más de un millar de muertos”. El presidente Abadía Méndez defendió de manera cómplice a quienes perpetraron el hecho.



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