Resurrección por Hambre
Despertaron enguayabados por la rumba del día anterior. Despacio como quien desmenuza el frijol fueron organizando sus pensamientos. Decidieron hacer sancocho de cabeza de puerco con guandú. Dispusieron la hornilla, buscaron leña de trupillo seca y de buena llama. Fue encendido el fogón. La más joven del grupo aseguró que en dos horas estaría todo listo.
Seis libras de yuca, una mano de plátano verde, ocho libras de ñame espino, diez mazorcas verdes picadas, tres libras de papa criolla, y dos de papa amarilla, para seis libras de guandú y la cabeza de cerdo.
Mientras hervía la olla, montaron el caldero en otro fogón con arroz blanco del fino, el de grano entero.
No se encuentra explicación; si fue por la premura, o el malestar del guayabo, se sumergió la cabeza del cerdo entera, sin picarla. Al estar el arroz se destapó la olla del sancocho, no había rastro de las verduras, la cabeza del cerdo se había comido todo y ahora ya no se veía lánguida y triste, era gorda rosada y llena de vida... cuando hay hambre ésta no descansa hasta satisfacerse así sea después de muerta...
Guillermo Nieto Molina
Diciembre 26 11:30
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