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  • Foto del escritorPepe Sanchez

Reflexiones, Pablo Milanés el señor de la Nueva Trova

El Señor de la Nueva Trova

Salvo por una lejana bocina de automóvil y la voz de Hay

dée, su hija más pequeña, la casa de Pablo Milanés es silenciosa.

Silenciosa como este hombre taciturno de mediana estatura que va

y viene con ansiosa movilidad hasta instalarse definitivamente ante

le mesa circular y desnuda del comedor.

Al principio, en su mirada aguda, en su voz baja y mesura-

da, hay algo ausente, como si lo que está a punto de decir apenas

lo distrajera de una meditación. Después de algunos tanteos sobre

su trayectoria que vencen su resistencia, toma la iniciativa en la con-

versación.

En sus veinticuatro años de labor artística, declara sentirse

satisfecho de contar con dos experiencias fundamentales: como in-

tegrante del feeling, y más tarde como iniciador del Movimiento de

la Nueva Trova. Dentro de esas etapas hay que sumar sus vivencias

como fundador del Grupo de Experimentación Sonora del Instituto

Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), como intér-

prete y representante de la nueva cultura fomentada por la Revolu-

ción cubana.

A los cuarenta años –expresa Pablo–, ya no se recuerda por sorpresa

o por expresa voluntad, sino por sensible obligación. Todos los años, los

lugares, la gente, se incorporan a esa inagotable estela que es la vida.

A él lo sorprende esa edad casi definitiva con una obra he-

cha y otra que ya esboza con acierto por novedosas vías de la ex-

presión musical cubana, latinoamericana y caribeña.

Como compositor e intérprete, ha abordado una amplísima

gama de géneros donde se reconocen como raíz común el son y la

guajira. Y a la manera de un trovador, o lo que es lo mismo, de un

hacedor de historias, el amor, la vida, el combate y la muerte, son los

temas que trata con sobriedad de estilo y alto voltaje emocional.

Poesía de lo cotidiano

Pablo Milanés es de hábitos rigurosos para la composición.

Autor de más de doscientas canciones de géneros diversos, musica-

lizador de numerosos versos de José Martí, de algunos poemas de

Nicolás Guillén, Mario Benedetti y César Vallejo, y de más de vein-

te documentales y largometrajes de la cinematografía cubana, afir-

ma que él asume la creación de diversas formas. A veces, la música

se adelanta en el texto, o viceversa, y en ocasiones aplica el oficio

en alguna canción por encargo.

Pero la música que más disfruto –dice, convencido– es la que me vie-

ne de la inspiración. Creo en esas ideas fecundas que primero presen-

timos y luego se agolpan para dictarnos con fluidez un poema o una

canción.

La música la estudié por etapas –añade–. Con quien más aprendí fue

con Leo Brouwer durante los tres años que él dirigió el Grupo de Expe-

rimentación Sonora del ICAIC. Desde el punto de vista estructural y for-

mal de la canción, los estudios con Leo me ayudaron mucho. El oficio,

el estudio, la superación técnica, junto con determinadas posibilidades

individuales, son las cosas que ayudan a conformar una buena canción.

La que contiene no sólo poesía y música, sino armonía, ritmo, melodía.

Yo acostumbro a decir –agrega en tono sentencioso– que el mayor

aporte del Movimiento de la Nueva Trova radica en haber impulsa-

do la nueva canción desde el punto de vista político y estético, a par-

tir del estudio y de la investigación de las raíces de nuestra música po-

pular. Esa oportunidad no la tuvieron los viejos trovadores, sin sueldo

fijo y condenados a una bohemia aniquiladora. Nuestro desarrollo ha

sido posible gracias al apoyo del Estado. Eso nos ayuda a expresar

las vivencias de la Revolución mediante un lenguaje más puro cuya

poesía está en lo cotidiano.

RAÍCES ESTÉTICAS DE LA MÚSICA CUBANA, ANTECEDENTES DE LA CANCIÓN POPULAR, VARIANTES y TIPOS (1800-1934): UN ESTUDIO INTERCULTURAL

Un abrazo Antillano

A.Castro

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