El Papa Clemente VII y el Catolicismo lo sufrieron en el siglo XVI
El clero venezolano haría bien en mantenerse lejos de la contienda política en su país, porque podría afrontar duras consecuencias si no lo hace. El Papa Clemente VII después de haber sido su prisionero, terminó como vasallo del emperador Carlos V
El padre jesuita José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, dijo a una radio local que “quisiéramos de parte del Papa una postura mucho más contundente, mucho más clara”.
“El Papa ha sido demasiado cauteloso ante la grave situación que estamos viviendo todos los venezolanos”. Ojalá “se pusiera más la mano en el corazón y comprendiera la situación real que estamos viviendo”, dijo por su lado una líder católica venezolana, de nombre, Mari Zerpa
Estas peticiones que un sector del Catolicismo venezolano le hace al Papa Francisco, a quien se le pide que condene el régimen de Nicolás Maduro, resultan torpes, desfasadas y sobre todo ridículas, frente a la realidad histórica de la Iglesia, cuyo peor error, ha sido participar en política.
No es sino escarbar un poco en el transcurrir secular de esta institución eclesiástica, para entender el por qué.
En el siglo XVI, el papa Clemente VII, celoso ante el poder que alcanzaba el monarca español-alemán, Carlos (Quinto de España y Primero de Alemania) y decidió aliarse con Francia para contrarrestarlo.Los resultados no pudieron ser más nefastos: Roma sufrió el peor saqueo de su historia; la guardia papal, fue aniquilada: las pérdidas económicas y de vidas fueron incalculables y el Pontífice, además de ser puesto ´preso, debió pagar una enorme suma de dinero para su liberación y terminó rendido -arrodillado dijeron algunos- frente a Carlos V, a quien se vio obligado a coronar, perdiendo su independencia t convirtiéndose en su vasallo.
Para colmo, el emperador lo obligó a enemistarse con el rey de Inglaterra, Enrique VIII, lo que provocó el Cisma Anglicano, que perdura hasta hoy,y que le significó a la Iglesia una de sus mayores pérdidas en cuanto a número de feligreses. La descripción de aquellos horrores se encuentra en cualquier texto de Histori8a Universal y el portal ABC España, indica lo siguiente, respecto a la invasión a Roma
-Clemente VII se encontraba orando en su capilla y apenas tuvo tiempo de ser evacuado antes de que los saqueadores alcanzaran la Basílica de San Pedro. La mayoría de soldados de la Guardia Suiza fueron masacrados por las tropas imperiales en las escalinatas de la Basílica de San Pedro. Así, el sacrificio de 147 de los 189 componentes de la Guardia aseguró que Clemente VII escapara con vida aquel día, a través del Passetto, un corredor secreto que todavía une la Ciudad del Vaticano al Castillo Sant’Angelo. Cubierto de un manto morado para evitar ser reconocido por el característico hábito blanco de los sucesores de San Pedro, Clemente VII permaneció un mes recluido en el castillo junto a 3.000 personas de toda clase y condición que llegaron huyendo de un ejército que estaba completamente fuera de control. Al final, el Pontífice terminó por rendirse, pero debió pagar una enorme suma de dinero por su libertad y quedando por completo bajo la voluntad y el dominio del emperador.
El Papa se rindió al virrey de Nápoles, aceptando todas las condiciones que se le impusieron: el pago de 400.000 ducados al ejército imperial; la entrega de varias plazas, entre ellas Ostia, Parma y Plasencia; y la condición de que el papa permanecería prisionero hasta que se cumpliese lo estipulado. Clemente VII fue liberado el 6 de diciembre, sin que se hubiese satisfecho lo pactado, no sin antes desembolsar 100.000 ducados para contener a los lansquenetes alemanes que habían iniciado el cerco de Roma. Pero en adelante varió su política frente al emperador, nombrando cardenal al general de los franciscanos, Francisco de Quiñones, principal representante de los intereses imperiales frente al Vaticano, y sobre todo, convenciendo al emperador de su intención de convocar un concilio general, largamente solicitado por Carlos V. Carlos no dejó escapar la ocasión para obtener del papa el compromiso de coronarle emperador. Ambos entendieron que la ceremonia no podía celebrarse en Roma, pues las heridas del Saco seguían abiertas. Por ello eligieron como sede de la ceremonia Bolonia, una ciudad perteneciente a los Estados Pontificios pero que estaba próxima al ducado de Milán, ahora en manos de los españoles.
Después de ser su enemigo, de haber estado preso y a punto de morir a sus manos, El otrora orgulloso y enérgico Papa Clemente XII, vástago de la ilustre y poderosa estirpe de los Médici -aunque él era apenas un hijo natural, que para la época era un estigma- estaba postrado ahora a los pies del Emperador, quien no se conformó con eso.
Carlos V le exigió aún más al vencido Pontífice. Ahora, lo obligó s enfrentarse a Enrique VIII, monarca inglés
Enrique VIII, rey de Inglaterra, no fue muy afortunado en su matrimonio con Catalina de Aragón. No pudo tener con ella un hijo varón, pero aparte de ello, se enamoró de una de las damas de la corte, Ana Bolena.
Por esto, decidió hacer algunos arreglos con el Papa Clemente, a fin de anular el matrimonio católico con Catalina, o conseguir una dispensa especial, para poderse casar con la cortesana. Pero el Papa, tuvo que consultar el asunto con el Emperador Carlos V, quien era sobrino de Catalina y recibió la orden de negarse a complacer al monarca inglés. El resto de la historia es bastante conocido. Enrique repudió a su esposa, se declaró en franca rebeldía con la Iglesia Católica y por eso se fundó la Iglesia Anglicana, que sobrevive hasta hoy, con un gran numero de feligreses en Europa, América y Asia.
Ha sido otra de las muestras del daño que le ha causado al Catolicismo la participación de sus jerarcas en la política
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