Esta denominada "jugadita" que le hizo el saliente presidente del Congreso, Ernesto Macías a la Oposición de boicotearles el uso de la palabra y que después fuera minimizada por el presidente Iván Duque, no es la primera de una serie de artimañas de las que se han valido los gobernantes colombianos, para satisfacer sus deseos de permanencia en el poder. Y desde luego, mucho más graves que lo hecho por Macías.
Y quizá tenía razón el primer mandatario cuando fijo que lo del saboteo a la oposición "no tenía mucha importancia":
“Yo no le pongo a eso misterio. Yo no tengo contendores políticos. Yo no estoy compitiendo por la reelección, yo soy el presidente de todos los colombianos y quiero gobernar para todos. Si el Estatuto de la Oposición dice que hablan, pues que hablen, perfecto. Si el Estatuto de la Oposición dice que hay réplica, pues hay réplica. No le metamos a eso más misterio”, dijo el Presidente en una entrevista a Colprensa
En el año de 1886, cuando para su conveniencia debía abolir la Constitución de 1863 y crear una nueva, también hizo una magistral "jugadita": Que quienes fueran a redactar la nueva Carta Magna del país hicieran parte del grupo de sus amigos incondicionales:
Núñez, a diferencia de Macías, no pretendía silenciar a la Oposición. No. Lo que quería el mandatario -y lo,logró a plenitud- es que los contradictores no resurgieran, luego de que fuera derrotada en la guerra civil de 1876 al 78.
-Como se ha visto, Núñez prefirió romper toda continuidad con el 63 y evitar los riesgos de un resurgimiento de la oposición antes de que una nueva Constitución estuviera expedida. Por eso, convocó más bien a un Congreso de Delegatarios, que debería estar compuesto por dos representantes por cada estado, uno independiente y otro conservador. Estos deberían ser nombrados por los jefes civiles y militares estatales, que a su vez habían sido nombrados por Núñez. Por lo tanto, el Congreso de Delegatarios estaba compuesto por dieciocho prohombres que habían sido escogidos realmente por el presidente- como lo señala Jorge Orlando Melo en: Nueva Historia de Colombia 1989. Vol III.
-La nueva Constitución sería la de los vencedores. Ni siquiera se dio una representación directa a los conservadores de Antioquia, cuyo federalismo era sospechoso: los representantes de este estado fueron inicialmente José María Campo Serrano y José Domingo Ospina Camacho, el primero costeño y el segundo bogotano- sigue diciendo Melo
Pero esta "jugadita" del presidente Núñez. a quien le hizo mayor daño fue a los panameños (aunque a la postre el perjucio real lo recibiría Colombia) Los delegados por el Istmo fueron Felipe Paúl, nativo de esa región y Miguel Antonio Caro, un bogotano que se ufanaba de no haber salido jamás de la Sabana de Bogotá y de no conocer el mar,
Ya desde 1830, los panameños habían empezado a mostrar deseos de separarse de Colombia. En la denominada Acta de 20 de septiembre de 1830, el General José D. Espinar, en el primer artículo exige la separación “especialmente del Gobierno de Bogotá.
En 1841 se produjo un segundo intento con el General Tomás Herrera quien señaló también en un Acta:
Artículo 1°. Los cantones de las antiguas provincias de Panamá y Veraguas compondrán un Estado Independiente y Soberano que será constituido como tal por la presente Convención, bajo el nombre de Estado del istmo.
Artículo 2°. Si la organización que se diere a la Nueva Granada fuere federal y conveniente a los intereses de los pueblos del istmo, éste formará un Estado de la Federación.
Parágrafo: En ningún caso se incorporará el istmo a la República de la Nueva Granada bajo el sistema central.
Sin embargo, a pesar de todas estas quejas, todos estos deseos independentistas de los panameños por la inconformidad que tenía con los gobiernos centrales, no se les prestó atención. Y la "jugadita" de Núñez, de nombrar al bogotano Miguel Antonio Carlo como delegado del Istmo en la Constitución del 86, tendría las graves consecuencias que todavía hoy son motivos de lamento.
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