Martín Molina, un hombre algo delgado de sonrisa radiante, buen amigo parrandero empedernido, amigo del sancocho, cerdo frito y el bollo de yuca con panela. Martín Molina cambió su apellido por su alimento preferido, desde muy niño a Martín, le fascinaba hasta llegar a sus ochenta años y más, la yuca asada, por lo tanto en su pueblo siempre fue reconocido como Martín yuca asá. Martín yuca asá aprendió en los caminos de la vida a defender su alimento, y conseguir sus recursos en profesiones de oficio, donde impera más el deseo que la estructura educativa. Martín yuca asá fue gallero, (entrenador de gallos de riña) matarife, curandero de picaduras de culebra y arañas, sobador de golpes y contracturas. Y tirador de machete por días donde lo contratarán. Martín yuca asá nunca se quedó quieto en alguna de esas labores él se ocupaba. Labores que realizaba con distinción porte y gallardía, apoyado siempre en su carácter franco y directo. “El hombre es quien es no por ser él, sino como lo perciben los demás zoo mochoroco”, lanzaba esas frases en medio de sus parrandas, y otras inolvidable que le escuche en un sepelio. “Morirse sale barato, lo caro es estar vivo y con hambre. Zoo mochoroco” Aquiles Molina maestro distinguido en el pueblo le solicitó a Martín yuca asá los servicios como machetero. Martín y Aquiles se encontraron en la plaza y partieron camino a Fraydomingo, tierra de Aquiles Molina pariente cercano de Martín. Al llegar a Fraydomingo Aquiles le mostró el trabajo que realizaría Martín. Un monte espeso de zarza seca y afiliadas espinas, llenas de polvo amarillo, que reposaban en sus tallos secos, cada vez que los vehículos transitaban por la carretera destapada y polvorienta. Aquiles y Martín recorriendo el espacio reconociendo el territorio de trabajo se ensartaron con la zarza varias veces, la zarza los, atraía como el imán al hierro. Sombrero, camisa manga larga, y los pantalones tradicionales caqui, gruesos de dril americano, se enredaban en el zarzal, Bajo un sol inclemente del mes de mayo a orillas del mar caribe. Con solo caminar y tropezarse en las afiladas agujas, el polvo amarillo cambió de lugar y parecían excavadores curtidos y amarillos por el polvo. Martín yuca asá le dijo al maestro Aquiles Molina,
— Profe deme cuarenta mil pesos el día y le trabajo ese monte.
— Hombree ¿cómo se te ocurre? Si este monte ¡esta facilito! Dijo Aquiles
. — ¿facilito? , Facilito pa mi es estar entrepierna do con una hembra en una hamaca que, sea nueva, (corta edad) y una canillona de Ron Blanco!
Sacudiéndose el polvo amarillo dijo –Martin
–lléveme pal pueblo no hay trato…zooo mochoroco.
Guillermo Nieto Molina
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