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  • Foto del escritorPepe Sanchez

4 de abril de 1846, nace Isidore Ducasse o "Conde de Lautréamont", uno de los Poetas Malditos

Actualizado: 23 nov 2021

*Su obra es un libro burlón, diabólico, extraño, aullante, cruel y penoso, dijo de él el escritor nicaragüense, Rubén Darío. *Libro monstruoso, lava líquida, negro y devorador, dijo el francés, Leon Bloy, contemporáneo de Lautréamont





De Isidore Ducasse, uno de los llamados Poetas Malditos, no se tiene una biografía exacta. Con certeza -y así lo enuncia José Luis Cano en su obra El Escritor y su Aventura- sólo se sabe que era hijo de un diplomático francés residente en Uruguay, François Ducasse, y de Celestine Jaquette Davezac, que nació en Montevideo el 4 de abril 1846, y que murió a los 34 años.


-Es uno de los poets maudits -Poetas Malditos- que menos noticias tenemos -dice Cano quien agrega que- "Nada Sabemos de su vida breve, escribe melancólicamente Remy de Gourmont en su Libro de Las Máscaras y Rubén Darío, quien lo incluyó en Los Raros, añade "su verdadero nombre se ignora".


En la Literatura, Isidore Ducasse apareció -y así es conocido por todos- como el conde de Lautréamont,


Pero...¿Por qué Poeta Maldito y qué clase de obra era la suya?


En principio, Los Poetas Malditos eran seis, Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore, Auguste Villiers de L'Isle-Adam, y Pobre Lelian ("Pauvre Lelian" en el original francés, una especie de mezcla hecha por el propio Paul Verlaine), autor de la selección de escritores que incluyó en el libro que lleva ese nombre.


Según Verlaine, el genio de cada uno de ellos había sido su perdición y su maldición, llevándolos lejos del resto de personas, señalados como individuos diferentes al resto de la sociedad, y con vidas trágicas,de tendencias autodestructivas, producto de sus dones literarios.

Paul Verlaine tomó el nombre de un texto de Charles Baudelaire Las Flores del Mal donde aparece el término "malditismo", que se generalizó y cada quien fue agregando nombres a la lista inicial de seis. Hoy, aparecen entre otros, el propio Baudelaire, François Villon, Thomas Chatterton, Aloysius Bertrand, Gérard de Nerval, el conde de Lautréamont, Petrus Borel, Charles Cros, Germain Nouveau, Antonin Artaud, Émile Nelligan, Armand Robin, Rodrigo Pérez Cambre, Innokienti Ánnienski, John Keats, Federico García Lorca, José Antonio Ramos Sucre, Alejandra Pizarnik, Fogwill, Edgar Allan Poe, Leopoldo María Panero, Charles Bukowski, Roberto Bolaño, Jim Morrison e Ian Curtis, y un colombiano, Raúl Gómez Jattin.

A diferencia de sus colegas Malditos, cuyas biografías son casi del dominio público, la de Ducasse -o El Conde de Lautréamont, su nombre de poeta- es un misterio. Se sabe que de niño provocó la ira de su padre por su afición a las riñas de gallos, al tiro al blanco y a la caza, que practicaba a escondidas, escapándose del hogar y marchando al monte donde armado con un viejo trabuco español, perseguía y le disparaba a los animales, comestibles o no. Por esto, su padre lo envió a París y allí se pierde un poco su rastro.

¿Homosexual? Tal vez, quizá, pero no es comprobable. José Luis Cano alude a que Maurice Saillet, en un análisis de la obra de Lautréamont, dice que en la primera edición del Canto I, el poeta hace alusiones amorosas a un condiscípulo del Liceo de Tarbet, llamado Dizet, pero que en la edición completa, el autor hace desaparecer ese nombre de de Dizet, que reemplaza por nombre de animales desagradables, cerdo, sapo, pulpo y otros.. Nada que pruebe la homosexualidad, desde luego

Uno de estos puntos que llevaron a que Lautréamont fuese considerado entre los Poetas Maltidfos, fue su obra, Los Cantos de Maldoror. Poco antes de morir, -ya había publicado sus dos primeras entradas- le levó al editor Albert Lacroix su trabajo completo, a fin de que le editase al menos diez ejemplares. Lacroix consintió, pero tuvo verdadero pánico de producir semejante literatura. Imprimió las unidades, pero se negó a venderlas, temeroso del escándalo que semejante literatura podía despertar. Ducasse pagó los costos.

El escritor nicaragüense, Rubén Darío, se refirió a él en su libro Los Raros, en la que expresó una gran admiración por Ducasse Lautrémont, advirtió que su obra era "peligrosa"

-Es un libro burlón, diabólico, extraño, aullante, cruel y penoso y aconsejo a la juventud que no se abreve en esas negras aguas, por más que en ella se refleje la maravilla de las constelaciones- fue su dura crítica


En el blog Las Autopsias Literarias del Dr. Motosierra, se dice que el personaje de los Cantos de Maldoror es un personaje de "cruel sadismo, que desgarra cuerpo y alma". -La obra la componen seis capítulos o cantos, en donde se nos presenta a Maldoror, un ser que reniega de su naturaleza humana, creyéndose algo mas que el hombre de Dios que considera apenas una plaga o una enfermedad del alma, en un peregrinaje de desconocido destino donde será testigo de las injusticias y del mal que anida en el mundo. No quedándose ahí, ni limitándose a ser un mero espectador, Maldoror no solo contempla escenas de gran crueldad y sadismo, sino que él mismo es causante de muchas de ellas, dando paso a escenas de una brutalidad inmoral, sensación que se acrecienta al contemplar la pasividad con la que muchas veces comete estos actos desgarradores sin que afloren sentimiento alguno. Dichos ataques no se limitan únicamente a desgarrar la carne, muchas veces la puñalada va directa al espíritu y a una fe que se tambalea a medida que avanzamos. En estas ocasiones, los ataques se realizan por medio de reflexiones, y bastas metáforas que buscan la burla, pero no exentas de un hálito de rabia (brillante es, por ejemplo la comparativa que hace Ducasse entre la esperanza originada por la religión con las pulgas, e incluso siendo capaz de predecir su extinción).- señala

El blog también recoge la opinión del escrito francés, Leon Bloy, contemporáneo de Lautrémont, quien lo califica de "demente, desquiciado y alienado". Según la publicación, Bloy dice que Lautréamont es el autor de un libro "monstruoso, lava líquida, negro y devorador".


En su Segundo Canto, Ducasse Lautréamont hace una breve referencia a lo que es su obra: -Mi poesía consistirá, sólo, en atacar por todos los medios al hombre, esa bestia salvaje, y al Creador, que no hubiera debido engendrar semejante basura- dice como muestra.

Aquí, al final, un fragmento de su primer Canto, en el que señala cómo el corazón del hombre es tierra fértil para el odio y la venganza


-Estuve en contacto con hombres que fueron virtuosos. Morían a los sesenta años y nadie dejaba de exclamar: "Han practicado el bien en este mundo, lo que quiere decir que han sido caritativos: eso es todo; no hay en ello picardía alguna y cualquiera puede hacer otro tanto." ¿Quién comprenderá por qué dos amantes que se idolatraban la víspera, se separan por una palabra mal interpretada, uno hacia oriente, otro hacia occidente, con los aguijones del odio, de la venganza, del amor y de los remordimientos, y no se vuelven a ver nunca más, embozado cada uno en su altanería solitaria? Es un milagro que, aunque se renueva diariamente, no deja por eso de ser menos milagroso. ¿Quién comprenderá por qué se saborean, no sólo las desgracias generales de los semejantes, sino también las particulares de los amigos más queridos, aunque al mismo tiempo se sufra la aflicción? Un ejemplo irrebatible para cerrar la serie: el hombre dice hipócritamente sí y piensa no. Por esta razón los jabatos de la humanidad confían tanto los unos en los otros, y no son egoístas. Todavía le queda a la psicología mucho camino por andar- afirma en una parte de este Primer Canto de Maldoror

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