El 27 de noviembre de 1922, Howard Carter, arqueólogo y egiptólogo británico, entró en la tumba del Faraón Tutankamón, y desde allí le dijo al mecenas financista de la expedición, George Herbert, conde de Carnarvon. que veía “cosas maravillosas”.
Nota escrita en 2019
El 27 de noviembre de 1922, Howard Carter, arqueólogo y egiptólogo británico, entró en la tumba del Faraón Tutankamón, y desde allí le dijo al mecenas financista de la expedición, George Herbert, conde de Carnarvon. que veía “cosas maravillosas”.
Esta expresión de Carter despertaría con el transcurso de los años escalofriantes y extraños comentarios, tras desatarse un conjunto de muertes luego del descubrimiento de la tumba, que serían atribuidas a una supuesta Maldición de Tutankamón-
-La muerte golpeará con sus alas a aquel que turbe el reposo del faraón- se dice que fue una inscripción encontrada por Carter a la entrada de la tumba, versión ratificada después por la novelista Marie Corelli, quien afirmó poseer un texto completo en árabe de tal execración.
La primera de las víctimas de la supuesta Maldición, fue Lord Carnarvon. El 4 de abril de 1923 falleció a causa de una neumonía exacerbada por la picadura de un mosquito. Se dice que a esa hora murió también su perro y que antes de entregar el alma al Creador, el millonario patrocinador de la expedición habría gritado: Ya voy hacia ti. Ya voy.
De igual manera se cuenta que al hacerle una autopsia a la momia del faraón, se encontró una picadura de mosquito, en la misma parte donde fuese picado Carnarvon.
Pero los acontecimientos subsiguientes, con otras extrañas muertes, exacerbaron del todo la imaginación:
A la muerte de Carnarvon, le siguió la de su hermano, Audrey Herbert, quien también estuvo en la tumba, y falleció de manera inexplicable y misteriosa poco tiempo después, a su regreso a Londres:
Arthur Mace, quien derribó el último pedazo que quedaba del muro que impedía la entrada a la tumba, murió en El Cairo, días después, sin que hubiera explicación médica alguna. Un misterio.
Sir Douglas reid, otro de los expedicionarios y quien le tomó radiografías a la momia de tutankamón, enfermó, marchó a Suecia y sin que se hubiera dicho qué enfermedad padecía, murió dos meses después.
La secretaria del arqueólogo Carter, falleció de un inesperado y repentino ataque cardíaco fulminante y su padre, al saber la noticia, se suicidó.
El ayudante de carter, Richard Berthell, quien colaboró en la clasificación del inmenso tesoro hallado en la cripta, de 49 años de edad, al parecer se suicidó, sin que existieran causas para tal determinación, en tanto que su padre, lord Wetsnury, meses después también se quitó la vida en londres, lanzándose por la ventana de su habitación.
Cuentan algunos testigos presenciales, que el anciano de 84 años gritaba que ya estaba cansado de tantas visiones y sufrimientos y que era mejor “marchar, marchar, marchar”. En su habitación, tenía un jarrón extraído del sepulcro del faraón.
Según el portal https://www.tiempodesanjuan.com/, la maldición re reavivó 30 años después de que transcurrió todo lo anterior:
–Ya entre los años 1960 y 1970, una gran cantidad de piezas del Museo Egipcio de El Cairo se trasladaron a varias exposiciones temporales, organizadas en museos europeos. Lo sorprendente es que los directores del museo de entonces murieron poco después de aprobar dichos traslados, y sumado a incidentes menores que padecieron las tripulaciones de uno de los aviones ingleses que hicieron el traslado hasta Londres, también parecieron extender la maldición.
La última víctima, ya en la década de los ´80, atribuida a la maldición del faraón, fue Ian McShane, quien sin padecer consecuencias fatales, durante la filmación de un filme, justamente sobre la maldición del faraón, se accidentó cuando su automóvil se salió de la ruta. El actor se rompió una de las piernas, una lesión de la que igualmente se logró recuperar- indica la publicación
Pero…¿Qué es lo real y cual la ficción en toda esta historia? La editorial Planeta publica «La Maldición de Tutankamón», de Joyce Tyldesley.en que la que puede leerse
La Maldición de Tutankamón» combina el rigor con la narración histórica y desmonta mitos y falsedades más comunes en torno al faraón otros libros sobre Tutankamon. Además, aborda una gran variedad de temas, desde la historia de la excavación hasta la incógnita que aún suscita el parentesco del monarca.
En definitiva, una exhaustiva y rigurosa recapitulación y puesta al día sobre el faraón y su sepultura. Y todavía desvela sorpresas noventa años después de que se hallara en el Valle de los Reyes la tumba de Tutankamón.
Pero uno de los hechos más llamativos de este episodio es que Howard Carter, el arqueólogo que dirigio la operación y quien primero penetró en la tumba, no fue tocado por la Maldición. Carter murió en 1939 a los 64 años, víctima de un cáncer linfático, 17 años después del descubrimiento del catafalco, pero se dice que su vida también fue un misterio:
-Nunca se conocerán las inclinaciones sexuales de Howard Carter, ni qué afectos calentaban su secreto corazón conquistado por Egipto. Pero en esta tarde en Putney Vale, cuando el ojo enrojecido del sol se pone justo detrás de la tumba del descubridor de Tutankamón, uno no puede sino musitar un agradecimiento por todas las maravillas que nos reveló. “Las sombras se mueven pero la oscuridad no se desvanece”, escribió Howard Carter de Tutankamón. Podría haber dicho lo mismo de él. Fue un solitario. No se le conoce ninguna relación sentimental- revelaba mucho después el Diario El País, de España.
El misterio en torno a todo esto, aún subsiste
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