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Foto del escritorPepe Sanchez

La muerte de Murillo Toro significó el triunfo de la Regeneración en Colombia

Y con la Regeneración, llegaron gobiernos que -según el escritor José María Vargas Vila- fueron ruinosos y criminales

ALBERTO LUNA AVILA

“Me he venido ex profeso de Caracas a atravesarme en un tu camino, no porque yo crea que a un católico no le pueda confiar el liberalismo la Primera Magistratura, pues ahí tenemos un convencido y practicante en Santiago Pérez, sino porque, siendo tú antes que nada un escéptico, tu frase me indica que en el camino de las concesiones políticas tú llegaras a entregar el poder al partido conservador”.

Palabras del expresidente Manuel Murillo Toro a Rafael Núñez, candidato presidencial del Radicalismo.

Terminado el gobierno de Santiago Pérez, el Radicalismo se divide para el período presidencial 1876-1878 entre las candidaturas de Rafael Núñez y Aquileo Parra. Al principio Murillo Toro simpatizaba con la de Núñez pero al leer en Caracas un periódico bogotano donde el cartagenero declaraba que él “no era decididamente anticatólico”, cambia de opinión y decide oponerse a su candidatura y apoyar a Parra, presintiendo que Núñez sería el conducto que llevaría al partido conservador al poder.

Con el apoyo de Murillo Toro triunfa la candidatura presidencial de Aquileo Parra. Pero una vez posesionado Parra, los conservadores con el respaldo del clero le declaran la guerra a su gobierno. Se presentan levantamientos en los estados del Cauca, Antioquia, Tolima, Boyacá y Santander. En el transcurso de la guerra y de las batallas se va destacando el general gobiernista Julián Trujillo, ficha nuñista.

En febrero de 1877 en plena guerra civil el presidente Parra reúne a sus ministros y a prominentes dirigentes liberales, entre ellos al expresidente Manuel Murillo Toro para tratar la situación en Antioquia, el más importante campo de batalla de la guerra y donde el conservatismo se había afianzado en el poder. Murillo Toro interviene en esa reunión expresando: “No es indiferente que sea el general Acosta o el general Trujillo quien tome a Manizales, si lo obtiene el primero, él será el próximo Presidente y las instituciones liberales no sufrirán menoscabo en sus manos; si es el segundo, también obtendrá la Presidencia como pacificador del país, pero su Presidencia será el preludio de la de Núñez y con Núñez triunfarán los conservadores. Es forzoso, por tanto dirigir todos los esfuerzos a fin de que sea Acosta quien llegue a Manizales”. Para ello, Murillo le propone una fórmula al presidente Parra, nombrar al general Trujillo como jefe militar y civil del sur del Cauca y al general Acosta jefe de la campaña militar en Antioquia. Fórmula que Parra rechaza expresando que “una de las condiciones para la capitulación de Manizales es el nombramiento del general Trujillo para gobernador de Antioquia y porque estoy persuadido de que si se combate la candidatura de Trujillo, puede sobrevenir la guerra entre liberales”.

Ante la negación del presidente Parra, Murillo expresaría las siguientes palabras premonitorias: “Detrás de Trujillo vendrá Núñez, y detrás de Núñez los conservadores. Y una vez que los conservadores se adueñen del poder por la defección de Núñez, a quien perpetuarán en el gobierno, apoyados por el clero que domina sin contrapeso en la República y a quien siguen ciegamente las masas analfabetas del país, todas las conquistas del liberalismo en el decurso de veinticinco años serán borradas de nuestras instituciones, …, la reacción caótica del absolutismo colombiano, apoyado principalmente en el fanatismo religioso, extenderá sus sombras de una noche infinita sobre la República”.

Con la decisión del presidente Parra, el general Trujillo el cinco de abril de 1877 triunfa en la batalla de Manizales derrotando a las huestes conservadoras dirigidas por el general Marceliano Vélez, quedando de hecho como el gran caudillo victorioso de la guerra civil, y jefe militar y civil del Estado de Antioquia.

Como pronosticaba Murillo Toro, Trujillo es elegido presidente de la República para el bienio de 1878-1880. Rafael Núñez elegido presidente del Senado, en el discurso de posesión de Julián Trujillo lanza la famosa frase: “El país se promete en vos una política diferente, porque hemos llegado al punto en que estamos confrontando este preciso lema: ‘Regeneración fundamental o catástrofe’”. El presidente Trujillo manipulado por Núñez, excluye al radicalismo de su gobierno, designando un gabinete completamente nuñista.

Para el bienio 1880-1882, los llamados liberales independientes lanzan la candidatura de Rafael Núñez. El radicalismo al general Tomás Rengifo, gobernador del Estado de Antioquia con el fin de neutralizar al presidente Julián Trujillo de quien era entrañable amigo pero candidato que no contaba con la altura intelectual y política para enfrentarse a Núñez. Miguel Antonio Caro jefe de los conservadores ordena votar por Núñez en aquellos estados donde hubiese el peligro que ganara el candidato del radicalismo.

Cuando muchos radicales que se habían pasado a las toldas de los independientes, perciben las verdaderas intenciones de Núñez, deciden quitarle el respaldo al cartagenero pero ya era demasiado tarde para detener su triunfo, entre ellos estaba el general Julián Trujillo, quien le advierte al dirigente radical Salvador Camacho Roldán: “Abandone esa causa en que usted está; sepa que el doctor Núñez nos traiciona, y si esto sucede, no quedará piedra sobre piedra”.

Con el apoyo secreto de los conservadores triunfa la candidatura de Rafael Núñez para el período de 1880-1882 y de hecho es el inicio de la conformación del Partido Nacional, producto de la unión entre los liberales independientes nuñistas y los conservadores nacionalistas dirigidos por Miguel Antonio Caro, motivado porque Núñez necesitaba resolver su problema personal de estar casado con doña Soledad Román cuando aún vivía su primera y legitima esposa, la panameña Dolores Gallegos de Núñez, de quien estaba separado pero no divorciado ya que la Iglesia Católica no admitía el divorcio. Situación irregular que necesitaba “legalizar”, para lo cual era consciente que solamente el Vaticano lo podía resolver, paro lo cual recurre acercarse al conservatismo, el partido del clero, aceptar su apoyo y aliarse con ellos, y como consecuencia de esto, años más tarde, el 31 de diciembre de 1887, firma el retardatario Concordato con el cual le entregaba a la Iglesia sus antiguos privilegios, propiedades, posesiones, fundaciones y la instrucción pública del país. En contraprestación Roma, violando sus propias reglas, le anularía su primer matrimonio.

El expresidente Manuel Murillo Toro después de una penosa enfermedad muere en Bogotá el 26 de diciembre de 1880, dejando huérfano al radicalismo sin un heredero político que contara con sus extraordinarias cualidades y visión política, y el campo expedito para la llegada de la Regeneración y con ello, los llamados 45 años de la Hegemonía Conservadora.

Una vez en el poder Rafael Núñez impone para el siguiente período presidencial 1882-1884 a uno de sus adeptos, Francisco Zaldúa, volviendo Núñez a la presidencia, ya con el apoyo oficial del partido conservador para el bienio 1884-1886.

Ante la nueva situación política y el peligro que se cernía sobre el radicalismo, éste decide levantarse en armas contra el gobierno pero es derrotado en la batalla de La Humareda el 17 de junio de 1885, motivo para que el presidente Núñez desde el balcón del palacio presidencial lanzara la frase lapidaria: “La Constitución de 1863 ha dejado de existir”.

Con la derrota del radicalismo en 1885 se inicia toda una etapa de represión, encarcelamiento, destierro y asesinatos contra sus dirigentes al revivir el gobierno de la Regeneración la pena de muerte abolida por los radicales. Entre los que sufrieron con el ostracismo oficial se encontraba el expresidente Aquileo Parra, aquel que había rechazado la propuesta de Murillo Toro para detener la llegada al poder de Rafael Núñez y por ende de los conservadores y con ello a todo un retroceso al avance y progreso que había impulsado el liberalismo radical en el siglo XIX en Colombia.

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