*Este pasaje del Evangelio de Mateo que ha causado inquietud y hasta molestia entre algunos cristianos, fue explicado por el Papa Francisco
*Seguir a Jesús comporta renunciar el mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide. Jesús es “signo de contradicción- dijo el Papa Francisco
Muchos cristianos sienten algo de inquietud -y así lo han exteriorizado muchas veces- por el tema que entrega Mateo en 10.16-39 en el que en apariencia, Cristo aprueba la guerra y la violencia.
-No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará- se señala en (Mateo 10.16–39).
¿Esto quiere decir que Cristo está de acuerdo con las guerras y la destrucción constante?- preguntaba a la redacción a través de Twitter el lector Pedro González.
-Yo no entiendo esto. ¿En qué contexto hizo esta declaración El Redentor?- preguntaba a través de Facebook. Omar Ruiz.
A ellos, y demás lectores, hay que decirles que lo primero que debe hacerse es leer el pasaje completo donde puede hallarse una explicación:
He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán(…). El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra (…). Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. (…) A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará (Mateo 10.16–39).
Una de estas explicaciones, es que Cristo estaba consciente de que sus enseñanzas, su nueva doctrina -tal como ocurre con las innovaciones- representaba cambios y muchos no querrían incorporarse a ellos. Por tanto, los Apóstoles -encargados de difundir la nueva enseñanza- serían perseguidos, martirizados y al final asesinados
El Redentor sabía todo lo que sucedería, cuando un hermano desenfundaría la espada frente al otro a causa de diferencias de fe, de credo, o de enseñanzas que llevarían a divergencias políticas.
No era que Cristo condujese a la guerra; era el hombre, el propio hombre a causa de su naturaleza homicida, quien se condenó a sí mismo a la violencia eterna
Y no era que impulsase a los hombres a combatir entre ellos, sino que tenía plena consciencia de que todo ello pasaría y más o menos esta fue la explicación que sobre el asunto, entregó hace unos días el Papa Francisco:
-¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división” -decía el Pontífice- ¿Qué significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se lo decora con nata. No, la fe no es esto. La fe comporta elegir a Dios como criterio-base de la vida, y Dios no es vacío, Dios no es neutro, Dios es siempre positivo, Dios es amor. No es que Jesús quiere dividir a los hombres entre si, al contrario: Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación. Jesús no trae neutralidad, esta paz no es una componenda a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar el mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide. Jesús es “signo de contradicción"- añadiendo que
-Después de que Jesús viniese al mundo, ya no podemos hacer como si no conociésemos a Dios, como si fuese una abstracción, una referencia, algo nominal. No, Dios tiene un rostro, tiene un nombre: Dios es misericordia, es fidelidad, es vida que se entrega. Por eso Jesús dice que ha venido a traer división.
Y agrega el papa Francisco: No es que Jesús quiera dividir a los hombres, ¡al contrario! ¡Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación! Pero esta paz no es neutralidad, no es consenso a toda costa. No es la paz de los sepulcros. Seguir a Jesús implica renunciar al mal, al egoísmo, y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando eso exige sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y eso divide, lo sabemos, divide incluso los vínculos más estrechos.
-"Atención", insistió el Papa: "¡No es Jesús quien divide! Él pone el criterio: o vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. Es en ese sentido en el que Jesús es ´signo de contradicción´ (Lc 2, 34)"- y añade sobre la enseñanza;
-Por tanto, estas palabras del Evangelio no autorizan en modo alguno el uso de la fuerza para difundir la fe", concluyó Francisco: "Es justo al revés: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que implica renunciar a toda violencia. La fe y la violencia son incompatibles". Y reiteró: "¡La fe y la violencia son incompatibles!". "la fe y la fortaleza, que van unidas. El cristiano no es violento, pero es fuerte, con la fortaleza de la misericordia- dijo al final
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