Échale Salsita; Ignacio Piñeiro (Solo de música cubana)
- Pepe Sanchez
- 18 may 2019
- 2 Min. de lectura

Buen dia mis queridos lectores, les cuento que me estoy leyendo este maravilloso libro y vi conveniente compartir con ustedes este capitulo que me apasionó mucho.
En él, se habla de la evolución del son y de Ignacio Piñeiro; un verdadero gigante de estee género musical.
El libro se llama Solo de Música ubana y su autora es Olga Fernández,. Espero que lo disfruten tanto como yo. Los interesados, que me avisen y les paso el libro
Del son-pregón Échale salsita, compuesto por Ignacio Piñeiro fundador del primero y único Septeto–, nació el nombre de salsa, variedad actual de estilos que funde, bajo una sola rúbrica, un buen número de tradiciones musicales de orden popular que, como vínculo social, está íntimamente ligada al desarrollo de la identidad entre los inmigrantes de lengua española que provienen de diferentes partes del Caribe y de América Latina continental.
La trascendencia del son cubano después del Habanero y del Septeto de Ignacio Piñeiro está vinculada a otros estilos y tradiciones musicales caribeñas y latinoamericanas que hoy nutren a la
salsa. En cuanto a ese vocablo que identifica a los emigrantes his-
panohablantes que hacen música latina, su origen se sitúa en el
son-pregón de Ignacio Piñeiro Échale salsita. Sin duda, para hablar de ese ritmo hay que definir un antes y un después de Piñeiro, el poeta del son. Él fue el primero que adicionó la trompeta al llamado Septeto y quien incorporó el montuno a la parte lírica de forma
complementaria en cuanto a la métrica.
Para dar lo cubano en la poesía, Nicolás Guillén eligió el son; para demostrar que era lo más sublime para el alma divertir, Ignacio Piñeiro lo inmortalizó en Suavecito; para cantarlo en todas sus variantes incluidas la habanera y la criolla, el Trío Matamoros fundiría el bolero y el montuno en el Son de la loma.
Hoy se centuplica la excelencia de este ritmo, mezclado con
la música beat y la yorubá; en variaciones soneras de Los Van Van,
de Juan Formell, que abarcan el songo-changüí, la conga y el palo
son; en el son-batá de Los Irakeres, que incorpora los tres tambores
sacromágicos de la religión yorubá, en los cambios de timbres de
su trabajo orquestal que introduce trombones, instrumentos electrónicos y elementos de aleatonismo atonal. Sin embargo, pese a las nuevas estructuras y dimensiones orquestales, pese a su enriquecimiento rítmico con la suma de instrumentos a su clave tradicional, las raíces del son cubano están siempre presentes en los ritmos populares que caracterizan cada coordenada geográfica de nuestra América.
Queda para la evolución histórica del son a la salsa, el largo camino que incluye diversos estilos interpretativos de los más conocidos en su etapa de mayor difusión (1940-1950), las variaciones soneras de los Van Van de Juan Formell; el son-batá de los Iraqueres, y de otras orquestas latinas de novedosa sonoridad que aún se nutren del primer género cubano que impuso el ritmo del tambor tocado “a mano limpia “.
Autora:
Olga Fernández
Edicion
Anibal Castro.E
Un abrazo Antillano.
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