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  • Foto del escritorPepe Sanchez

Acerca del Festival de Orquestas y Acordeones 2020

Actualizado: 8 mar 2020

¨Ecos de un festival de orquestas y acordeones que ya ha perdido identidad entre sus artistas y quienes lo conducen.


Enrique Daza López Filósofo, Universidad del Atlántico y Médico cirujano, Universidad Metropolitana A principios de los 80’s cuando llegaban las fiestas del carnaval de Barranquilla- epicentro de la cultura, donde se le hace con bailes y disfraces homenaje al dios Momo, los barranquilleros y atlanticenses en su mayoría esperaban gozar dichas fiestas desde el sábado hasta el día martes con el desenlace jocoso de Joselito; es decir, Tánatos, dios de la muerte en la mitología griega, lo desaparece una vez más como todos los años, significando así el ocaso del carnaval. A ellas venían también turistas de la región, del país y de otras partes del mundo a ver qué tan grande y alegre eran nuestras fiestas. Todo este festín era promulgado, publicitado y hecho por el mismo pueblo, dándole cabida a grupos de danza y musicales a nivel nacional e internacional; la gente gozaba sin parar de una batalla de flores y una gran parada, sábado y domingo. Las verbenas en los barrios de nuestra ciudad, tales como Macheteros, Bocatos y Fogata en el barrio el recreo, la Puya loca en el barrio los pinos, A Pleno Sol, en el barrio la unión, entre otros. A esos espacios verbeneros los empresarios llevaban orquestas y grupos vallenatos consagradas por su música y para el deleite de los que asistían a tan magnos espectáculos. Se veía, se bailaba y se gozaba de las presentaciones de artistas de la talla de Joe Arroyo, Juan Piña, Grupo Raíces, Binomio de Oro, Los hermanos Zuleta, Diomedes Diaz y Colacho Mendoza, Los Betos Del vallenato, Daniel Celedon e Ismael Rudas, Grupo Niche, Otto Serge y Rafael Ricardo, la orquesta de Zoila Nieto, Aníbal Velásquez, Dolcey Gutiérrez, los Corraleros de Majagual, Calixto Ochoa, Alfredo Gutierrez, Lisandro Meza, Gabriel Romero, Pedro Ramayá, Irene Martinez con los soneros de Gamero, la niña Emilia, entre otros muchos. Con el pasar del tiempo, la desaparición de algunos de los artistas mencionados y el retiro de otros se gozaba con armonía e identidad cultural donde los actos violentos eran muy raro presentarse para esos días, ni que decir en años anteriores; pero esto último no es el tema central; lo sorprendente es que todo aquel que vivía en Barranquilla para esa época, estaban con la energía y la disposición de gozarse como lo digo al principio de este escrito de todo el carnaval. Los que no podían ir a ese festival el día lunes y martes lo veían por el canal regional, despertando gran expectativa entre los que asistían y los que lo veían a través del medio televisivo hasta altas horas de la noche y madrugada, buscando así por los medios radiales, televisión y prensa escrita los ganadores de los congos de oro en sus respectivas categorías, donde además, se escogía un jurado idóneo que en sus decisiones secretas, daban a conocer los ganadores de tal evento teniendo en cuenta el uniforme, su presentación, la musicalidad, afinación e interpretación de las canciones expuestas por cada uno de los artistas. En este festival de orquestas, recientemente culminado, se vieron y decidieron los jurados no se de qué y bajo qué criterios otorgar congos de oro a artistas que dentro de su trayectoria musical no encajan con lo que vienen mostrando cómo artistas. Indiscutiblemente no es que lo hayan hecho mal, precisamente han sido unos excelentes intérpretes de la música, lo que deseo manifestar es que el género en el que algunos fueron ganadores, controvierten la trayectoria e identidad musical que tienen o han tenido y a la cual estrictamente hago alusión. Me asombra también bajo qué condición la fórmula compuesta por el jurado, concedió dichos galardones. Ojo, ese tipo de decisiones poco serias que se vienen dando hace algún tiempo para acá, está provocando la decadencia de un interés cultural dentro del marco de la misma fiesta carnestoléndica. A mi juicio y con todo el respeto que se merecen los artistas, recobremos ese prestigio, la clase y distinción de un buen festival de orquesta y acordeones para el futuro y el no declive de una fiesta tradicional nuestra que hace años atrás fue declarada patrimonio cultural material e intangible de la humanidad.

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