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Foto del escritorPepe Sanchez

El abuso comercial en el negocio del fútbol profesional colombiano

*Absurdo, es que la parte rentística, esté montada en escenario necesario y ajeno, sin costo alguno: El estadio Estatal.



Por Joaquín Romero Calle, abogado y periodista

El fútbol profesional, en Colombia, se juega, en escenario ajeno, de uso público, pues, es propiedad Estatal. De allí, que no puede ser admisible, que para observar partidos de esa clase, el hincha, usuario o espectador, deba pagar doble importe, la boleta de ingreso al estadio y el derecho a la suscripción del canal, en la televisión. He ahí, la inconformidad y rechazo de la afición. Significadas, en la negativa de suscribirse a tal servicio.


Tenemos claro, que el fútbol profesional, es un negocio, montado sobre la explotación comercial de una actividad deportiva y recreativa, propia del ser humano, la cual, como acto del humano, es producto de un talento natural, que lo hace arte, escenificado con los pies, pero cimentado en la inteligencia, exteriorizada con los ingredientes inseparables de destreza, agilidad y resistencia físicas, que obviamente, entrañan sentimiento y pasión.


Sentimiento y pasión, que tienen orígenes en la visión de cada quién, sobre las aptitudes del futbolista, procedencia natalicia del mismo y generalmente, por el carácter competitivo que se le imprime, al deporte, en la vida organizada.


Todos los deportes, en su práctica, unos más que otros, son de atención masiva, por excelencia. En Colombia, en el fútbol, esta particularidad es desbordante, superando con creces, las reglas convencionales de las mayorías, por no decir, que practicantes y seguidores de esta disciplina deportiva, alcanzan al 100 por ciento de la población, porque, sería exageración; pero, no lo es, calcular, en 90%, ese porcentaje de consumidores visuales del espectáculo material.


El espectáculo material, es el partido, que visualmente, viene a ser la mercancía o producto de mercado, que adquiere el aficionado, comprador o consumidor. Y como producto de mercado, obviamente, está sujeto a una cualificación, en la cual, se involucran diversos aspectos en el desempeño colectivo del equipo y de cada una de sus individualidades, que lo pone a ocupar puesto en el orden de resultados.


Y ahí están, básicamente, los factores de éxito en la taquilla o sea, en la venta de boletas, artífice para la contabilidad interna, de la determinación de pérdidas o ganancias. En conclusión, el fútbol profesional, es un negocio. Premisa que nosotros tenemos aprehendida y comprendida, desde hace mucho rato.


Por eso, no encontramos descabellado, que los empresarios -leáse Dimayor- traten de extraerle al negocio, el mejor de los resultados económicos para ellos, propietarios del espectáculo y para dueños de equipos.


Lo que sí encontramos absurdo, es que la parte rentística, esté montada en escenario necesario y ajeno, sin costo alguno: El estadio Estatal. Sin éste, el negocio es imposible. Sin escenario con cerramiento -cancha y edificación- o sea, estadio, no hay forma de venta del espectáculo. Luego, más absurdo, que a ese negocio, de recinto ajeno, se le declare de exclusividad televisiva. Esto atenta, además, contra el derecho a la libertad de expresión y su correlativo obvio, derecho de escogencia en la información.


Por lo pronto, el espectador, hincha o usuario, tiene como medio de defensa, el propio del mercado: Abstención de consumo. Y de presión legislativa, para que haya ley que declare de interés público el espectáculo futbolero, que no permita el monopolio televisivo. Tampoco, el uso gratuito de los estadios estatales.

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