José María Córdova, consternado, le pidió a Bolívar que fuera un poco más duro con su amante. ¿Y qué quieren ustedes que haga con mi adorable local? fue la pregunta que entre risas, hizo el Libertador
Nació el 2 de abril de y falleció el 6 de mayo de 1840 el General Francisco de Paula Santander, a quien se le conoció como el Hombre de las Leyes, por una frase que muchos hoy consideran ridícula: Colombianos, las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad”.
En la Costa Atlántica hay un aforismo un tanto pornográfico en su concepto -no se si en el interior del país también se usa- que afirma que ” Hala con mayor fuerza un cabello de mujer que una yunta de bueyes”.
El obvio significado de esta reflexión, queda patente de manera bien clara en un famoso episodio ocurrido el 28 de julio de 1824, que bien pudo haber originado una guerra civil; ese día, en la Quinta de Bolívar, el màs famoso de los amores del Libertador, Manuelita Sáenz, dirigid una parodia en la cual Francisco de Paula Santander era fusilado.
¿Una burla de esas en plena pugna entre ambos próceres? Era el peor momento del país, hasta el punto de que poco después tendría lugar la Conspiración Septembrina, dirigida contra Bolívar.
La representación tuvo lugar en medio de una fiesta organizada por la dama para homenajear a algunos amigos y en especial al Batallón Granaderos.
A la una de la tarde, cuando los asistentes hablan bebido abundante vino y champaña, se propuso “fusilar a Santander por traidor”, para lo cual se elaborò una efigie de trapo a la que Manuelita pintó la cara, y adornó la cabeza con un tricornio a la usanza de la época.
En este tricornio se había colocado un letrero que señalaba “F.. de S.. muere por traidor” y al verlo, los asistentes se entregaron a una orgía de vítores y aplausos.
Francisco Javier Guerra, presbítero español oriundo de Cádiz y quien habla llegado a la Nueva Granada diez años antes, se prestó a la parodia y “oyó la última confesión de Santander antes de ser fusilado” y al final, “le administró la extremaunción”, al decir de los historiadores.
Para completar aquella burda farsa, Richard Crofton, oficial irlandés del batallón Granaderos, dirigió el “pelotón de fusilamiento”, en medio de la salva de aplausos y la algarabía de los espectadores.
La tensión entre Bolívar y Santander en ese momento estaba al máximo. Tanto, que muchos, entre ellos el General José María Córdova, temiendo que se desatara una guerra civil, trataron de que Bolívar asumiese una actitud dura ante la situación, Esto afirmaba Córdova en una misiva al Libertador:
“Sé que V.E. ha tenido por esto grande incomodidad, y que ha mandado se instruya sumaria contra los autores de tal hecho, o del crimen más bien, porque efectivamente fue un atentado contra el gobierno y contra V.E. mismo, contra las leyes. contra la sociedad y la disciplina, que debe observar el ejército. Pero estoy seguro que de esta sumaria no resultará nada, y esto más dará motivos a los enemigos de V.E. para apoyar su oposición y opiniones. Se dirá que V.E. ha tolerado o disimulado semejante falta cometida contra Santander por enemigo de V.E., y esto sería suponer una necia y ridícula venganza”.
Para Córdova, se requería que Bolívar censurase de manera dura dura a los responsables y que dispusiese un castigo ejemplar para limar las asperezas con Santander y todo se normalizase pero…
El cabello de la mujer que como dijimos, es más fuerte que la yunta de bueyes. Bolívar, respondió a la misiva:
–En cuanto a la amable Loca, qué quiere Ud. que yo le diga a Ud.? Ud. la conoce de tiempo atrás. Yo he procurado separarme de ella, pero no se puede nada…”
Sí, es cierto. Nada su puede contra el poder de las damas
Esto, desde luego, hizo mayores las diferencias que se separaban a ambos próceres, lo que al final significarían el origen de los grandes problemas que hoy vive toda la región. Por algo, la amarga queja del Libertador en sus últimos días cuando le escribió desde Barranquilla en 1830 al General Rafael Urdaneta:
“El no habernos arreglado con Santander nos ha perjudicado a todos”.
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