*La filosofía surgió como magisterio, lo que confirmarían después los sofistas y Sócrates, Platón y la Academia, Aristóteles y el Liceo, Epicuro y el Jardín, etc.
Por: José Gabriel Coley Filósofo Universidad del Atlántico
I La necesidad de aprende
Todos los animales nacemos programados genéticamente para adecuarnos a la vida y
subsistir. Es lo que se llama instinto, no obstante, en los mamíferos el nacer vivos y sanos
no es suficiente: necesitan aprender. La enseñanza se las da la madre desde que
comienzan a mamar, y luego se extiende hasta cuando crezcan para enfrentarse solos al
mundo. Los cachorros tendrán que aprender y bien, si es que quieren sobrevivir. Se ha
demostrado que un gato alimentado con biberón al margen de quien lo parió nunca
cazará un ratón.
Los recién nacidos conocen a la madre por el olor de la leche, incluyendo los bebés
humanos. Pero todos los mamíferos llegan a adultos rápido, menos el hombre quien
tendrá que atravesar toda la infancia, la niñez, la pubertad, la adolescencia y gran parte
de la juventud (de 20 a 25 años), en proceso de aprendizaje. Unicamente entonces será
independiente y estará capacitado para una vida digna y proactiva.
En una sociedad tan compleja y vertiginosa como la actual, con división, subdivisión y
súper especialización del trabajo, cada cual se dedica a lo suyo, y el antiguo hogar ya no
funciona por lo que el nené, tan pronto es destetado, es enviado a guarderías donde entra
en contacto con una madre sustituta, la institutriz, quien además de cuidarlo, le va
enseñando las primeras nociones. A partir de ese momento en adelante, dependerá de la
enseñanza de la maestra (o los maestros) desde parvulario hasta postdoctorado. Sin
embargo, solo un mínimo porcentaje logra ascender hasta el último escaño. Otros ni
comienzan. La ignorancia entre nosotros es todavía en gran escala, y muchos solo
aprenden un oficio; no para hacer, sino para servir, lo cual es una degradación humana.
La mejor forma de cerrar esta brecha social es la educación; pero en Colombia la
educación es una mercancía que hay que comprar, no un derecho; y esa es la desgracia
de nuestra pobreza, y de tener que servir a los países desarrollados. Los países que no
invierten en educación estarán condenados al atraso. Así lo comprendió desde la
antigüedad Grecia, y tal vez por ello fue el gran pilar de nuestra civilización y referencia
histórica obligante.
II La profesión del maestro
Hacia el siglo VI A. de N.E., entre los griegos florecieron muchas escuelas del saber que
denominaban escuelas filosóficas. Para ellos en ese momento filosofía era conocer de
todo por amor a Sophya, diosa de la sabiduría. Por eso se afirma, que la filosofía surgió
como magisterio, lo que confirmarían después los sofistas y Sócrates, Platón y la
Academia, Aristóteles y el Liceo, Epicuro y el Jardín, etc.
Evidentemente, los primeros filósofos tuvieron escuelas y discípulos, y todavía hoy nos
siguen enseñando. Pero a pesar de todos esos grandes maestros, son a los sofistas a
quienes les debemos nuestra profesión, porque fueron los primeros en cobrar por
enseñar. Los Maestros no somos apóstoles, somos sofistas.
La sociedad, más que todo en estos tiempos, necesita de maestros desde la etapa
neonatal que es la semilla de la humanidad y sin nosotros no podrá germinar. La labor
docente es profundamente humana como los sofistas. Antes de la aparición de estos
filósofos, la preocupación de las escuelas griegas era el kosmos, su origen y su razón de
ser. Ellos instalaron sus reflexiones y su interrogación en el hombre: “Muchos misterios
hay en el mundo, pero el mayor de todos es el hombre”. “Homo mesura” (El hombre es la
medida de todas las cosas) decía Protágoras. Es por esto que con los sofistas, y de
Sócrates en adelante, es el hombre el centro de atención de la filosofía y de la ciencia,
porque no hay ciencia sin hombre. Toda ciencia es humana.
Y aunque el término sofisma hubiese pasado peyorativamente a significar retórica,
elocuencia o argumento de distracción, no le resta méritos a los primeros pensadores
antropocéntricos. Por el contrario, ellos deben ser ponderados por su sabiduría (sofista
proviene de Sophos que significa sabio o sapiente), por su capacidad de oratoria y por su
habilidad demostrativa las cuales cultivaron como virtudes que, de hecho, ha heredado y
exhibe con orgullo la profesión del magisterio.
Hoy, que tanto se habla de educación virtual, seguimos y seguiremos afirmando que ni la
computadora más perfecta puede reemplazar a un maestro, salvo aquel que merezca ser
reemplazado por ella. Nosotros somos cabeza, no corona. Felicitaciones colegas.
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