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Mater, Madre, Maternidad... Felicitaciones a todas en esta fecha que las honra

*Nuestras abuelas aseguraban: “El hijo de mi hija mi nieto es, el hijo de mi hijo está por ver”.



Por: José Gabriel Coley, Filosofo Universidad del Atlántico



Madre proviene del latín mater que traduce origen, lo mismo que materia, categoría filosófica que sirve para designar la causa de todo lo que existe. También hablamos de Alma Mater para referirnos a la universidad y significarla como alimentadora del espíritu. Si, la madre no solo es origen sino además alimentadora y protectora, no de su cría, sino de la especie. Esa es su función biológica pero, más que todo, en los mamíferos que, aunque sean engendrados, madurados y paridos vivos, no pueden sobrevivir sin la madre. Ellas les proporcionarán leche, protección y enseñanzas, hasta que sus vástagos crezcan y sean capaces de enfrentarse solos al mundo. Esa es la ligazón vital más importante, madre-hijo.

Dar a luz, alumbrar, es parir; es decir, traer un par (u otro igual o semejante) de las entrañas de la madre. El macho únicamente fecunda, lo demás es de la hembra. Por algo se dice, “Madre solo hay una, padre es cualquiera”. También por ello en los seres humanos la línea de descendencia materna era (antes del descubrimiento del ADN) la única segura para determinar el parentesco o filiación.

Esa garantía parturienta era la única cierta; y es a partir de ese hecho irrefutable, que se produjo históricamente el matriarcado en nuestra especie, cimentado en el liderazgo, poder y autoridad de las madres en el gobierno de los clanes, como lo señalaron Morgan y Engels.

Según la antropología cultural, en los inicios de la humanidad todo giraba en torno a las madres. Eran (y son) las depositarias de la especie, cada una con su familia. La primera gran división natural del trabajo entre recolectores y cazadores, ubicó a las mujeres entre los primeros, además de cuidar a los pequeños. Pero eran las matriarcas quienes distribuían los productos de la recolección, lo mismo que los de la cacería que traían los hombres, lo cual fue fortaleciendo a su alrededor el equilibrio en las sociedades primitivas.

Después que se aprendió a usar el fuego (no a producirlo que fue posterior), ellas fueron las encargadas de que no se extinguiera. De allí que todavía hablemos del “calor del hogar” que “viene de hoguera, luego de leño encendido”, como dice nuestro amigo el poeta José Luis Hereyra.

Y eran también las que lo utilizaron en la cocción de los alimentos y los servían a cada cual. Las matriarcas imponían la “ley-de-casa”, que es de donde etimológicamente deviene la palabra economía. Nosotros pensamos que hoy en los hogares humildes, que son la mayoría en este planeta patriarcal, se sigue repitiendo la misma escena. La mujer se queda en la casa cuidando de los niños, el hombre sale a “cazar los recursos”, y luego ella cocina y sirve lo que trae el varón; o sea, la economía doméstica continúa girando en torno a la matriarca de la familia. Y, ¡Ay si la contradicen!

Definitivamente ellas nuclearon a los humanos en aquellos tiempos difíciles. Sin su rol nos hubiéramos extinguido como especie débil contra el entorno. A esos seres especiales les debemos el mantener el fuego, el cocinar los alimentos y su distribución por raciones; el descubrimiento, el uso y aplicación de las plantas medicinales; la adaptación de pieles como vestimenta ante el clima y, sobre todo, la agricultura (relación causa-efecto, semilla-árbol). Todos estos fueron aportes indiscutibles de las féminas. Incluso después de la gran revolución de la agricultura, sus descubridoras continuaron por mucho tiempo arando, porque si ellas parían hijos también podían hacer que la tierra pariera frutos. Y así comenzaron a orillas de los ríos los primeros asentamientos humanos, los primeros pueblos, las primeras culturas, término que deriva precisamente de cultivo. Después vino todo lo demás.

Pero lo que no se reconoce es que nuestros orígenes se los debemos a las “varonas”. Sin ellas no seríamos. Muchísimos siglos después de consolidados como sociedad y con suficientes excedentes en la producción de bienes, fueron desplazadas por el patriarcado hace aproximadamente diez mil años, intentando marginarlas de todo. Pero, gracias a la sumisión inteligente ante su rudo vencedor han seguido mandando, sin decir que mandan, en la inmensa mayoría de hogares de la humanidad, pues ellas la parieron y continúan siendo su centro racional de gravedad. “Los hombres son de Marte. Las mujeres son de Venus”. Mater, origen, madre. Felicitaciones a todas en esta fecha que las honra como lo más humano que existe. El futuro igual que en el pasado a ustedes les pertenece, si es que deseamos sobrevivir como especie.


Barranquilla, día de las madres de 2020

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