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Foto del escritorPepe Sanchez

Oscar Terán, el panameño que nunca dejó de ser colombiano


Alfredo Tobón Cardona: En la Avenida Treinta de Agosto con calle 25, en la ciudad de Pereira, hay un busto de Oscar Terán, un panameño notable, senador de la república y defensor de la integridad nacional cuando los norteamericanos orquestaron la separación del istmo

Por Alberto Luna Ávila


El 6 de agosto de 1904 el Senado de la República aprobó por unanimidad una proposición en la cual se expresaba que “estimando en su alto valor la conducta abnegada, digna y levantada de los ciudadanos Juan B. Pérez, Oscar Terán, Ángel María Herrera y Alejandro V. Orillac, nacidos en el Istmo de Panamá, en la dolorosa emergencia de separarse aquella privilegiada región, por medio de la traición, la venalidad y la perfidia, de la común nacionalidad, los declara hijos beneméritos de la patria colombiana, así como a todos aquellos istmeños, desconocidos del Senado, que se encuentran en idéntico caso”. La Cámara de Representantes aprobó otra proposición idéntica.

En Pereira en la Avenida Treinta de Agosto con calle 25 se encuentra un busto erigido en 1928 por la Sociedad de Mejoras Públicas de un personaje desconocido para la gran mayoría de los pereiranos y de los transeúntes que diariamente cruzan por el lugar y que con el correr del tiempo ha quedado en el olvido y el anonimato. Sin saber que ese busto corresponde a Oscar Terán Pomar, uno de los panameños más notables de nuestra historia, ex congresista, que se opuso valientemente al despojo de Panamá por Estados Unidos, que se quedó sin patria al no renunciar nunca a la nacionalidad colombiana, que de regreso al istmo no aceptó ningún cargo del gobierno y se consagró a su profesión de abogado, que sufrió persecuciones y fue condenado al olvido, pero que escribió para la posteridad el libro más completo sobre los sucesos que desembocaron en el raponazo gringo de Panamá, de obligatoria lectura para colombianos y panameños: “PANAMÁ Historia crítica del atraco yanqui mal llamado en Colombia LA PÉRDIDA DE PANAMÁ y en Panamá NUESTRA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA”.

Uno de los historiadores más importantes del país, don Eduardo Lemaitre, en su libro “Panamá y su separación de Colombia” reivindica y resalta la figura de Oscar Terán: “Pero entre todos, descuella el caso insólito y admirable de don Oscar Terán, hombre de carácter integro, vasta cultura e ideas políticas bien estructuradas, jurista notable, historiador concienzudo y escritor de altísimo vuelo, quien se negó en forma ostensible, recalcitrante y en ocasiones airadas (como Pérez y Soto, pero con la diferencia de que continuó residiendo en el istmo, con breves ausencias, hasta su muerte) a reconocer la existencia de Panamá como una República independiente y soberana”.

Oscar Terán nació el 22 de julio de 1868 en David, cursó sus estudios primarios en el colegio de los jesuitas en la capital panameña y los secundarios en el colegio La Esperanza de Cartagena y en Bogotá. Siguió la carrera de Derecho en los Estados Unidos y obtuvo su título de Doctor en Jurisprudencia en Francia. De regreso a David es nombrado Director de una escuela pública. Cultiva la poesía y escribe el libro “Versos del tiempo viejo”. Miembro en 1902 de la Asamblea Departamental de Panamá por la provincia de Chiriquí, en 1903 es elegido Representante a la Cámara por el Estado panameño en representación del partido conservador dentro de la fracción de los históricos.

Como Representante a la Cámara le toco vivir los sucesos de la separación de Panamá, de lo que él denominó el atraco yanqui, mostrando su arraigado patriotismo y valentía en defensa de la soberanía y la integridad territorial colombiana, manifiestas en sus declaraciones para el periódico El Porvenir de Cartagena, edición del 26 de febrero de 1902: “Nosotros anhelamos como el que más la adopción de la vía de Panamá, para el Canal Interoceánico; creemos invaluables los beneficios que han de derivarse de su apertura, y a todo ello mezclamos una especie de orgullo de asistir en nuestra Patria a la realización de la más grande obra que hayan visto jamás los siglos. Sin embargo, nuestro espíritu se revela intuitivamente contra cualquier transacción que signifique el abandono por Colombia de sus prerrogativas señoriales sobre el Istmo de Panamá o sobre una parte de él….No, mil veces no. La integridad de la Patria ante todo y sobre todo, integra la recibimos de nuestros mayores, integra debemos trasmitirla a los que nos sucedan”.

En la histórica fecha del 12 de agosto de 1903 fue uno de los Representantes de la Cámara junto con los del Senado que no aprobaron el traidor y violatorio Tratado Herrán-Hay, el cual le cedía una parte del sagrado territorio colombiano a los Estados Unidos.

Consumado los hechos del despojo del Estado de Panamá urdido por el imperio norteamericano, Terán regresa al istmo donde se dedica a su profesión de abogado y a escribir su monumental obra; sostiene la revista Motivos Colombianos, demostración de su amor a su antigua patria; sin nunca aceptar la llamada “independencia” de Panamá ni renunciar a la ciudadanía colombiana, decisión que también asume el senador panameño Juan B. Pérez.

En 1928 Oscar Terán viaja a Pereira invitado por el exministro Esteban Jaramillo, allí traba amistad con su hermano Alfonso Jaramillo. Conociendo Alfonso de las excelsas virtudes patrióticas de Terán y de su papel jugado en contra del despojo de Panamá, impulsa a que la Sociedad de Mejoras Públicas que él dirigía, erija en la ciudad un busto en su honor.

Cuando publica su libro en 1935 en Panamá lo trataron de antipatriota. El consejo Municipal de la capital lo declaró ´”extranjero indeseable y pernicioso”. El Procurador General del Istmo le abrió un juicio por traición y solicitó su deportación. La Corte Suprema de Justicia le quitó su calidad de nacional panameño. El director de la Academia de Historia, Nacho Valdés, propuso un concurso premiado con mil balboas al mejor trabajo que refutara su obra publicada, algo que jamás se presentó. Oscar Terán no tuvo tiempo para enfrentar todos los ataques por la publicación de su obra, porque la muerte le sobrevino el primero de junio de 1936 en la ciudad de Panamá.

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